DONDE ESTA LA SABIDURIA

Cierto mercader, a instancias de  un rey muy rico que deseaba  ser sabio, salió  a  buscar  la sabiduría.  Para   ello   se   preparó   un   gran séquito y  varios   camellos   llenos   de  todo tipo  de riquezas, pues  llevaba instrucciones de  su  señor   de adquirir  la  sabiduría  y  la inteligencia a cualquier precio. En su largo camino se detuvo a conversar con muchos sabios que le ofrecían enseñarlo, mas el tenía la orden de llevar la sabiduría y la inteligencia al rey. Por supuesto al declarar su intención, todos se asombraban, pues de los consultados ninguno sabía en que lugar encontrarlas.
Así continuó su camino creyendo que podría cumplir con su tarea. Pero habiendo caminado durante muchos días, y oyendo siempre la misma respuesta, su esperanza comenzó a resquebrajarse.
Pero un día llegando a un lejano país, junto a una fuente, escuchó a unos hombres que hablaban sobre la vida y sobre el destino del hombre en la tierra.
Entonces el mercader tomando la palabra hizo la misma pregunta: ¿Dónde puedo hallar la sabiduría y el lugar donde habita la inteligencia?
Entonces respondiendo uno de ellos dijo: estimado amigo, no busques la sabiduría como si buscaras oro o plata, piedras preciosas o joyas valiosas, porque a ninguna de ellas se compara; y seguramente si esto buscaras, alguno te guiaría al lugar donde encontrar estas riquezas.
La sabiduría y la inteligencia no tienen un lugar, un espacio para habitar, pues ellas llenan el corazón de todo aquel que se dispone a sembrar, a sembrar el bien, a compartir su pan, a dar y dar, a ser paciente con los demás… en otras palabras a amar.
¡Solo tenemos que practicarlas! Lo demás vendrá con el tiempo…
Así aquel mercader regreso al reino de su señor mucho más rico que cuando salió, pues ahora sabía como manifestar la sabiduría, ya que ahora conocía su lugar de habitación...
La sabiduría, la verdadera inteligencia siempre habitará o estará cerca de los que se atreven a perdonar, de los que no pueden ver lo malo sino las posibilidades de  todo ser humano. Que no se atreven a criticar ni a condenar porque el sabio, como el buen artesano no desecha ningún material, antes considera valioso lo que para  otros  se  debe  desechar… ¡Seamos  sabios y juntos  hallaremos el éxito, pues todos somos valiosos!
¡Que Dios te de un bello día!!!   Rubén Aular

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