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Mostrando entradas de octubre, 2016

Consolada desde el cielo

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Mi papá ya no estaba con nosotros. Hacía un año exactamente que, después de luchar contra una enfermedad maligna, se había ido. Era un hombre que irradiaba felicidad donde llegaba. Siempre con el ánimo arriba. Aún cuando su salud comenzó a fallar, estaba decidido y lleno de fe, en vivir el suficiente tiempo, para celebrar sus 50 años de matrimonio. Y en efecto así pasó. Después de eso, vivió dos años más y se fue. Su presencia entre nosotros era tan grande, que aún después de un año, todavía creo que en cualquier momento va a entrar a la casa, con su hermosa sonrisa. Hace unos días mamá me pidió que la acompañara a visitar la tumba, pero primero quería comprar algo especial para colocárselo. Así que fuimos a una tienda de regalos, y a mamá le encantó un globo en forma de corazón, con el dibujo del osito Teddy en él, y un mensaje que decía: Te amo mucho. Después de comprarlo, mamá escribió el nombre de papá en el globo y nos dirigimos al cementerio. Al llegar a su tumba, la limpiamos

La felicidad está muy cerca de ti

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Empecé a trabajar como escritora en una revista, hace un poco más de tres años, al mismo tiempo en que la empresa se estaba mudando de una zona periférica, al centro de Manhattan, en Nueva York. Muchos de mis colegas habían estado en la antigua oficina durante 10 años o más. Así que había mucho que empacar y mucho que tirar a la basura. Mis nuevos compañeros de trabajo fueron muy amables y generosos conmigo. Todo el mundo trataba de darme muchas de sus cosas. Un día, la Directora Ejecutiva, me regaló una chaqueta de color amarillo que había encontrado en su oficina durante la limpieza. Pensé que probablemente la había comprado hace mucho tiempo y no le quedaba."Es de la colección de ropa de J. Crew", me dijo, “Pensé que te gustaría". Lo puse a un lado, junto con la nueva lámpara y las demás cosas. Una vez que nos mudamos a las nuevas oficinas, guardé la chaqueta amarilla en uno de los cajones de mi escritorio, y me olvidé de ella. Hace dos meses, yo estaba limpiando m

El barquito que cambió mi vida

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Cuando tenía 10 años, pasé el verano en la granja de mis abuelos, en Noruega. Compartí muchos momentos con mi abuelo Jorgen. A él le gustaba hacer todo con sus propias manos. Segaba la hierba, pescaba, cazaba, molía el trigo, y cultivaba lo que comíamos. El siempre me dedicaba tiempo. Como vivía en una granja de montaña, apartado de la gente y de las tiendas, debía fabricar lo que necesitaba con lo que tenía a mano. Y yo siempre había creído que, si uno necesitaba algo, sólo tenía que salir a comprarlo. Un día me llevó al sótano, donde había un banco de trabajo. -Necesitas un barco de juguete para que lo lleves a navegar a la laguna Storvassdal-. Entonces, tomó un grueso madero, como de 45 centímetros de largo, y dijo: -El barco está aquí dentro, y tú puedes hacer que salga-. Me dio un hacha y me enseñó a usarla. Poco a poco, y bajo su dirección finalmente el barquito estuvo listo. - Recuerda que nadie puede darte lo que haces con tu propio esfuerzo – me dijo-. Que contento me sentí

Un Angel Inesperado

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Me acomodé mejor en la silla, situada al lado de la cama, del hospital en el cual estaba mi esposo. Mike y yo, habíamos estado casados durante 31 años, y estaba hospitalizado debido a múltiples coágulos de sangre que se habían alojado en sus pulmones. Gracias a Dios lo peor había pasado, y sólo debíamos esperar. A pesar de esto, yo estaba hecha un manojo de nervios. Pasaba los días enteros en el hospital, y durante las noches en casa no podía conciliar el sueño. Además, por primera vez en mi vida, estaba sin su compañía. Nosotros somos de esas parejas que hacemos todo juntos. Durante el desayuno, hacemos los crucigramas juntos. Cada día vamos al gimnasio juntos, y nos montamos en las caminadoras, uno al lado del otro, escuchando la misma música. Y además vemos los mismos programas en la televisión. Mike era mi roca. Una noche, en el hospital, escuché el inconfundible sonido de las patas de un perrito caminando por el pasillo. Me asomé, y un hermoso y simpático perro

El milagro de un buen consejo

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Era muy común que mamá tuviera sus discernimientos,  y casi nunca se equivocaba. Marcos, mi esposo, y yo habíamos sido felices durante un tiempo,  pero él comenzó a ausentarse de casa durante días, y cuando regresaba, venia lleno de furia y yo siempre resultaba siendo la víctima. Me golpeaba sin explicación, más sin embargo yo no decía nada a nadie,  ni siquiera a mi familia.  En una ocasión fui llevada de emergencia al hospital por haberme intoxicado con una comida, y mamá fue a visitarme y a pasar unos días. Durante su estadía allí,  Marcos no apareció. Mamá no criticó,  ni me preguntó nada,  tan solo me dijo esto: "Toma una vieja lata y entiérrala en el jardín trasero, y todo el dinero que ganes guárdalo allí". Después que ella se fue hice exactamente lo que me dijo, y enterré una lata en el jardín de atrás. Yo trabajaba como enfermera, pero en mis ratos libres durante la semana, trabajaba como peluquera,  y todo lo que iba ganando lo iba guardando en la lata. Los año