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Mostrando entradas de octubre, 2013

UN TRABAJO EXTRAORDINARIO

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Doña Rosa era una ascensorista de un viejo edificio de Juzgados, el cual permanecía congestionado. Las personas entraban y se atiborraban en el viejo ascensor que ella manejaba. Cuando se abría la puerta, la multitud que salía empujaba a la que quería entrar, situación que se repetía en casi todos los pisos. A pesar de todo eso, doña Rosa cuidaba su ascensor como si fuera el más fino y valioso. Cada mañana, ella pulía las partes metálicas y las aseaba lo mejor posible. A pesar de esto, andaba siempre sonriente y entusiasta, saludaba y se despedía al abrir y cerrar las puertas, sorprendía a las personas al recordar sus nombres, bromeaba para que la gente sonriera y respondía con amabilidad a todas las preguntas que le formulaban. Aparte de eso vendía papel oficial, sellos de correo y en sus pocos ratos libres tejía ropa para bebés. Un día alguien le preguntó cómo podía permanecer tan contenta en esa clase de trabajo incómodo, rutinario y con tan poco sueldo. A lo que ella contestó:

POR QUE A MI

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“Dos peregrinos se dirigían a una ciudad a la que tenían que llegar a la caída de la tarde. Cada uno de ellos portaba una cruz tan pesada, que andaban a los tumbos hasta casi caerse por el gran peso. Uno de ellos tomó la cruz, y la serruchó por la mitad. Se consoló con la idea de que de todos modos, aún era una cruz. El otro la serruchó a lo largo, de modo que su espesor quedó reducido a la mitad. Este pensó: “No importa, Total, la forma es la misma.” Al final llegaron a su destino, pero no pudieron entrar en la ciudad. Un profundo canal bloqueaba el paso, y no había ningún puente, ni ningún tipo de embarcación. Nuestras cruces nos ayudarán, pensaron. Las usaremos como puente. De modo que el primero tendió su cruz sobre el agua, pero era  demasiado corta. La cruz del otro apoyaba perfectamente sobre las dos riberas, pero cuando trataron de pisarla empezó a crujir y a rajarse. Era demasiado delgada para soportarlos. Así que ahí estaban, lamentándose de haber aligerado sus cruces”.

EL HOMBRE QUE TENÍA MUCHO

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Esta es la historia de una humilde familia que vivía en una casa muy pequeña. Una noche se sentaron juntos para cenar y alguien tocó la puerta. El padre se acercó a abrir. Ahí estaba un ancianito con ropa desgarrada, pantalones rotos y sin botones. Cargaba una canasta llena de verduras. Le preguntó a la familia si querían comprarle algunas. Ellos aceptaron porque querían que se fuera rápido. Con el paso del tiempo, la familia y el ancianito se hicieron amigos. El hombre le traía verduras cada semana a la familia. Pronto se enteraron de que estaba casi ciego porque tenía cataratas en los ojos. Pero era tan amigable que aprendieron a esperar ansiosamente sus visitas y a disfrutar de su compañía. Un día, mientras entregaba las verduras, dijo: - ¡Ayer tuve la más grande bendición! Encontré una canasta de ropa afuera de mi casa que alguien me dejó. La familia, sabiendo que él necesitaba ropa, dijo: -¡Qué maravilloso! El ancianito, dijo: - La parte más maravillosa es que encontré una fami

TUS VERDADERAS PERTENENCIAS

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Un hombre murió  repentinamente… Y de pronto se dio cuenta que se encontraba en un lugar extraño y vio  que alguien se acercaba. No lo podía creer… era Dios, y llevaba una maleta consigo… Al llegar cerca de este hombre le dijo: Bien hijo mío, es hora de irnos… El hombre asombrado le preguntó a Dios… ¿Ya… tan pronto? Tenía muchos planes, tantas ideas y tantos compromisos… Lo siento hijo…Pero es el momento de tu partida. ¿Qué traes en esa maleta? -Tus pertenencias… ¿Mis pertenencias? ¿Son mis cosas, mi ropa, mi dinero, mis joyas…? -No hijo mío las cosas materiales que tenías, nunca te pertenecieron…Son mías y se deben quedar en la tierra. …¿Traes mis recuerdos? -Lo lamento hijo,  ellos no pueden venir contigo, pues no te pertenecen, son del pasado… …¿Traes a mis amigos, a mis familiares, a mi mujer y a mis hijos? Lo siento hijo pero ellos nunca te pertenecieron. Fueron parte de tu vida terrenal solamente, para probar si podías  comportarte con ellos como Yo lo esperab

EL TOQUE DE UNA MANO

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Hay una piedra preciosa, muy costosa,  que algunas veces llaman el ópalo de la simpatía. Si viéramos uno de estos ópalos en la vidriera de una joyería, preguntaríamos qué lo hace tan valioso para estar allí. Es opaco, sin lustre, y sin hermosura. Pero si lo colocamos por un instante en la mano, brillará exhibiendo todos los colores del arco iris. Necesita el calor de la mano humana para poder lucir su hermosura. Es por esto que es una piedra preciosa muy especial. Una vez un niño entró a una joyería y al verlo exclamo:"pero que piedra tan fea". Enseguida el dueño  de la tienda lo sacó del aparador, y se lo colocó en una de sus manos. De inmediato la piedra sufrió un cambio maravilloso, brillando con un montón de colores. El niño sólo alcanzó a decir: "tan sólo necesitaba de mi mano para volverse hermosa” Asimismo, nuestra vida sólo tiene sentido cuando funcionamos   como una familia. No nacimos para vivir aislados, estamos aquí para vivir en comunidad. Apoyándonos

UN NUDO EN LA SABANA

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En una junta de padres de familia de cierta escuela, la Directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres de la comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños. Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía a trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia. Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la pu

Las Excusas de Mamá

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Esta historia comenzó cuando era niño. Nací pobre y a menudo no teníamos suficiente qué comer.  Cuando teníamos algún alimento, Mamá solía darme su porción de arroz.  Mientras pasaba su arroz a mi tazón, solía decir: "Cómete este arroz, hijo, yo no tengo hambre".  Aquella fue la primera excusa que recuerdo de Mamá. Al crecer, Mamá renunció a su tiempo libre para pescar en un río cercano a nuestra casa.  Una vez, cuando sólo había pescado dos peces, hizo sopa de pescado.  Mientras tomaba la sopa, Mamá se sentó a mi lado y comió lo que quedaba en el hueso del pez que me había comido; mi corazón se estremeció al verla. Le pasé el otro pescado, lo rehusó y dijo: "Cómete el pescado, hijo, a mí en realidad no me gusta el pescado".  Esa fue otra excusa de Mamá. Para poder pagar mi educación, Mamá fue a una fábrica de fósforos para traer a casa algunas cajetillas usadas, las que llenaba con cerillas nuevas.  Esto la ayudaba a ganar algún dinero.  Una noche invernal me de

Me Encanta Mi Pared

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        “Un sábado, después de ir con Samantha, mi ahijada de diez años, a comer pizza, a pasear y a ver una película, la llevé al nuevo domicilio de su familia. Cuando dejamos la autopista para entrar en un camino de tierra que conducía a su casa, me dio un vuelco el corazón al ver que ella y sus padres  estaban viviendo en un viejo autobús escolar en medio de un campo. Mientras Samantha me enseñaba la casa de su familia, comencé a sentir pena de que esa niña, a la que quería tanto, se estuviera criando en un lugar tan destartalado. Me fije tristemente en las junturas oxidadas de las paredes  metálicas, las ventanas rotas y el techo con goteras y deseé rescatarla de esa lamentable situación. - ¿Quieres ver mi habitación? – me preguntó Samantha mirándome con sus grandes ojos castaños. – Pues sí – contesté vacilante. La niña me cogió de la mano y me condujo por una improvisada escalera que llevaba a un pequeño cuarto anexo que habían construido sobre el techo del autobús. Me estr

LA MUJER MAS BELLA DEL MUNDO

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Me llamo Lizzie Velásquez y padezco un raro síndrome que me impide ganar peso, por lo que mi aspecto físico es, literalmente, el de una persona en piel y huesos. Tengo 24 años y me dedico a escribir y a dar charlas para animar a las personas. Estaba en casa, sentada en la computadora oyendo música en una página de internet, y me di cuenta de que en la parte de la derecha, en los relacionados, había una foto que me resultó muy, muy familiar. Así que fui allí y la seleccioné, sin saber que al hacer eso iba a cambiar mi vida completamente. Lo primero que vi fue mi imagen de cuando yo tenía once años, y el título de este vídeo era La mujer más fea ."  Después vi que cuatro millones de personas lo habían  visto. "Seguí bajando por la pantalla y vi que había miles y miles y miles de comentarios. Me puse a leerlos y ¡ninguno! era positivo. Estos comentarios me decían que le hiciese al mundo el favor de cortarme la cabeza, otros me daban consejos sobre cómo suicidarme…"..