POR QUE A MI

“Dos peregrinos se dirigían a una ciudad a la que tenían que llegar a la caída de la tarde. Cada uno de ellos portaba una cruz tan pesada, que andaban a los tumbos hasta casi caerse por el gran peso. Uno de ellos tomó la cruz, y la serruchó por la mitad. Se consoló con la idea de que de todos modos, aún era una cruz. El otro la serruchó a lo largo, de modo que su espesor quedó reducido a la mitad. Este pensó: “No importa, Total, la forma es la misma.” Al final llegaron a su destino, pero no pudieron entrar en la ciudad. Un profundo canal bloqueaba el paso, y no había ningún puente, ni ningún tipo de embarcación. Nuestras cruces nos ayudarán, pensaron. Las usaremos como puente. De modo que el primero tendió su cruz sobre el agua, pero era  demasiado corta. La cruz del otro apoyaba perfectamente sobre las dos riberas, pero cuando trataron de pisarla empezó a crujir y a rajarse. Era demasiado delgada para soportarlos. Así que ahí estaban, lamentándose de haber aligerado sus cruces”.
Cuando todo se pone “difícil”  o  “en contra nuestra”, solemos decir muchas cosas, tales como: “Las plagas de Egipto cayeron todas sobre mí”, “No salgo de una para entrar en otra”, “Esta era la que me faltaba”, “¡Ay papa!”, “Dios me dio la espalda”... Podríamos seguir escribiendo frases y es muy posible que llenaríamos páginas y páginas con ellas; reclamando, de alguna forma, un “mejor trato”, porque “según nosotros”, a todos les va de maravilla y a nosotros “nos están castigando”. Pero esta reflexión no consiste en recopilar todas estas frases y exponerlas ¡No! Consiste, mas bien, en cambiar la manera de ver lo que nos acontece; porque si las circunstancias no cambian, entonces somos nosotros quienes debemos cambiar, pues, de lo contrario, viviremos en un eterno circulo de quejas y reproches en el cual nos estaremos eternamente justificando; y esto, amigo mío, no nos llevará a ningún lado. Piensa, sólo por un momento, sobre lo que está pasando en tu vida. ¿Estás evadiendo de alguna forma “Tu cruz”, o estás “intentando sobrellevarla”?. Detente por un instante y considera la posibilidad de que lo que defines como una “calamidad” en tu vida, no es más que el puente que te llevará al otro lado, al lado donde está tu verdadera vida, tu bendición. Recuerda: Hay una gran bendición al otro lado del rio. ¡Que Dios te de un feliz día!   Any Aular


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