La niña, la piedra y el caballo


Cuentan que, en cierta ocasión, entró una niña en el taller de un escultor. Por un largo rato, estuvo disfrutando de todas las cosas asombrosas del taller: martillos, cinceles, pedazos de esculturas desechadas, bocetos, bustos, troncos…, pero lo que más impresionó a la niña fue una enorme piedra en el centro del taller. Era una piedra tosca, llena de magulladuras y heridas, desigual, traída en un penoso y largo viaje desde la lejana sierra. La niña estuvo acariciando con sus ojos la piedra y, al rato, se marchó. Volvió la niña al taller a los pocos meses, y vio sorprendida que, en el lugar de la enorme piedra, se erguía un hermosísimo caballo que parecía ansioso de liberarse de la inmovilidad de la estatua y ponerse a galopar. La niña se dirigió al escultor y le dijo: ¿Y cómo sabía usted que dentro de esa piedra se escondía ese caballo?

Dentro de cada uno de nosotros se encuentra un tesoro, pero debemos entender que sólo se manifestará, a través de cada cincelada de  pruebas y reveses que Dios nos plantea para vivir, y que nos llevan a convertirnos en su Obra Maestra. Todo lo que nos pasa nos hace surgir, nos cambia y nos transforma. Así que no te desanimes cuando encuentres problemas a tu paso, no te des por vencido: Un hermoso caballo está surgiendo de dentro de ti, para que lo montes y lo cabalgues rumbo a tu felicidad. Recuerda: ¡Dios nos hizo! ¡El ve el caballo que está escondido en la Piedra! ¡Que Dios te de un feliz Día!                   Any Aular

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