LA HISTORIA DE ÁNGEL SANGUINO

iPerder un brazo no es razón para quedarse sin él. Al menos eso es lo que piensa Ángel Sanguino, un joven venezolano técnico en electrónica, que decidió fabricarse uno mecánico, adaptado a sus actividades laborales y a sus necesidades, tras perder uno de ellos, a los 33 años, en un accidente. Aunque le recomendaron acostumbrarse a su discapacidad, ya son dos los brazos electrónicos que se ha hecho, y no para. Entre los nuevos proyectos que tiene está fabricar otro, esta vez robótico, y mejorar miembros  para personas con discapacidad con el fin de ayudar a los que, como él, deben sustituir alguno. Este joven caraqueño perdió el brazo hace poco más de un año, justo una semana antes de enterarse que iba a ser padre por primera vez. Eso le llevó a dejar de un lado el luto por la pérdida del miembro y a activarse en la búsqueda de una solución para seguir trabajando y atender al primogénito por nacer. “Me puse a diseñar un brazo cuando todavía estaba en terapia intensiva”, contó Sanguino en el taller de reparación de computadoras y celulares de una prestigiosa marca de equipos informáticos para la que trabaja. No tenía conocimientos en la fabricación de prótesis, pero sí un tío técnico ortoprotesista. “Yo estoy haciendo estas especies de prótesis para mí, pero si algún día alguien quiere que yo le haga una, con los ojos cerrados se la hago y se la adapto para ayudarlo”, señala. Antes del accidente Sanguino tenía varios planes que incluían independizarse y montar su propio negocio. Ahora sus proyectos cambiaron y mientras trabaja en la tienda de productos electrónicos, también dedica tiempo a montar sus prototipos y se ocupa de su bebé. “Yo espero recuperarme lo suficiente para hacer otro proyecto que tengo en papel que es una silla de ruedas más eficiente que la que existe, con más funciones, y se la voy a donar a un muchacho que la necesita”, relató el técnico, que ha tenido la oportunidad de conocer a decenas de personas con discapacidad durante su recuperación.
Asumir  una  actitud  positiva  ante  nuestras  tragedias  lo  transforma  todo. Convierte  nuestra adversidad en una bendición, porque nos  lleva por caminos que nunca imaginamos que íbamos a transitar, y nos ayuda a dejar una huella, que de otra  forma no hubiera sido posible. Nuestros problemas  nos llevan a escalar  montañas muy altas, y hacen florecer  en nosotros  los dones y talentos que Dios nos ha regalado para brillar en este mundo.  Así que trata de mirar lo que  está pasando  no  como  un alto en  el  camino, sino como  un cruce inesperado, que  nos  llevará  a transitar sendas maravillosas. ¡Que Dios te de un Feliz Día!      Any Aular

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑA, LA PIEDRA Y EL CABALLO

EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS

La niña, la piedra y el caballo