Muchos se preguntan: ¿Cómo logró una mujer de 22 años pasar 70 días seguidos en un bote de 5,8 metros de eslora remando entre fuertes vientos y olas enormes? Bueno, mi mayor desafío no fue físico. Para entonces, ya había recorrido 5.300 kilómetros a campo traviesa en bicicleta, cruzado el desierto Mojave y nadado los 523 kilómetros del río Allegheny. El desafío más difícil iba a ser mental: ¿cómo afrontaría la soledad, el aburrimiento y la inmensidad del mar abierto? El 3 de enero de 2010 partí desde la costa de Senegal dispuesta a averiguarlo. El día 20 de mi travesía, amaneció nublado y me sentí muy sola . No había visto tierra en más de dos semanas. Era uno de esos días en que 10 minutos parecen 10 horas, y lo peor es que los días siguientes fueron iguales: comer, remar, dormir y mirar el cielo y el océano una y otra vez… De pronto, al atardecer, vi que algo se movía más adelante: una docena de aletas cortaban el agua cerca de mi barco. ¡Tiburones!, pensé. Me quedé petrif...