El viaje de la imaginación
Julio
Verne (1828-1905), uno de los escritores favoritos de los jóvenes, ha nutrido
con sus novelas las fantasías de millones de adolescentes en todo el mundo.
Desde muy niño, Julio soñaba con el mar, con emprender largos viajes de
aventuras. Cuando tenía once años de edad, una mañana se escapó a galope
tendido, se fue hasta el puerto de la ciudad más cercana y se embarcó como
grumete en “La Coralie”, un navío que partía rumbo a la India. El joven
aventurero no pudo llegar muy lejos: En la primera escala que hizo el barco, lo
estaba esperando su padre, un exitoso abogado que había decidido que Julio
continuara la tradición familiar y fuera abogado. Para cortar por lo sano el
afán aventurero del niño y castigar la osadía de haber huido de la casa, Julio
fue castigado a una dieta forzada de sólo pan y agua durante diez días. Cuando
pasaron los primeros cinco días, el padre le preguntó: ¿Prometes no viajar más
que con la imaginación? El que luego
sería uno de los escritores más admirados y leídos en todo el mundo, tuvo que
responder que sí, que en adelante sólo viajaría con su imaginación. Y Julio
Verne dio rienda suelta a su fantasía y creatividad. Su extraordinaria
imaginación fue guiando su pluma y una tras otra fueron naciendo 65 novelas que
él mismo bautizaría como “Viajes Extraordinarios”. Desde su escritorio, en
Francia, se adentró por las selvas del Orinoco, dio la vuelta al mundo, penetró
al centro de la tierra, recorrió el fondo de mares y océanos y hasta se trepó a
la luna adelantándose cien años a los viajes espaciales.
Generalmente las adversidades constituyen la
fuerza que nos impulsa a encontrar nuestra vida, nuestra felicidad. A veces
nuestro viaje se ve interrumpido, bien sea por algo o por alguien, cambiando
nuestro rumbo por completo. Pero esto no significa que hemos fracasado, lo
único que nos dice es que llegó el momento de hacer un alto y de reconsiderar más
detenidamente tu vida. Existen muchísimas maneras de alcanzar el triunfo. Así
que si todo se te hace difícil, no te atemorices, no te rindas; tan sólo analiza
los hechos, reconsidera tu camino y plantéate nuevas sendas. Recuerda: No existen
límites para aquel cuyo corazón está dispuesto a seguir adelante. ¡Que Dios te
de un Feliz Día!
Any Aular
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