LUZ

Una historia de Etiopía nos relata de un anciano que, en su lecho de muerte, llamo a sus tres hijos y les dijo: - No quiero dividir en tres lo que poseo, eso dejaría muy pocos bienes a cada uno de vosotros.
He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más hábil, más inteligente, más sabio. He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de vosotros. Tomadla. El que compre con esa moneda algo con lo que se puede llenar la casa completamente se quedará con todo. Se fueron. El primer hijo compró paja, pero solo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo hijo compró sacos de pluma, pero no consiguió llenar la casa mucho más que el anterior. El tercer hijo solo compró un pequeño objeto. Era una vela. Espero hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz. El padre le dio la herencia.

Cuando lo que hacemos no solo nos favorece a nosotros, sino también a quienes nos rodean, entonces nuestro entorno cambia y siempre saldremos beneficiados. Tratemos de iluminar a los que nos rodean con nuestros actos, pensemos  bien antes de responder, actuemos con responsabilidad y tratemos de mostrar amor. A veces respondemos atendiendo, solamente, a nuestras necesidades inmediatas. No seamos egoístas, recordemos que no vivimos solos, que necesitamos de los demás para ser felices. Insistamos en hacer todo con consideración, respondamos a los retos buscando el beneficio de quienes están a nuestro alrededor y encontraremos felicidad a lo largo del camino. ¡Qué hermoso es caminar juntos para alcanzar la meta! ¡Que Dios te de un Feliz Día!

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