Terapista del Alama
Me encontraba en medio de un momento bastante difícil en mi vida. Había tenido que renunciar a mi trabajo por una tendinitis en mi pie derecho. Mi pie no mejoraba, por lo que ya se hablaba de una intervención quirúrgica. Así, pues, pasaba mi tiempo entre las visitas al médico y sentado en mi apartamento, viendo la televisión, y quejándome sin cesar. Un día mi terapeuta me recomendó ir a un grupo de apoyo que se reunía cerca de allí los domingos. Así que me animé a asistir. Llegué a las 4 y empezamos. Todos allí hablaron de cómo habían estado mejorando en diferentes clases de problemas. Al final de la reunión se pidió un voluntario que contara su historia. No sé que me pasó, pero me sentí conmovido y levanté la mano y comencé a contar todo lo que me estaba pasando. Todos allí me animaron y ofrecieron su apoyo y su ayuda. Para regresar estaba esperando un taxi, y una señora se acercó y me propuso compartirlo, por lo que acepté. Mientras el taxista manejaba, la mujer me comentó que era