Dos Angeles De Visita
Un día mi amigo Bob, que tiene
esclerosis múltiple, mencionó que Angus, su perro, era el ángel que Dios le
había enviado, puesto que le había ayudado a recuperar algo que no podía
alcanzar desde su silla de ruedas. Yo me sorprendí muchísimo, a lo que él
respondió: "Oh, Angus es lo que yo he llamado mi ángel de la guarda".
Yo siempre había sido una escéptica, pero también sabía que Bob era un hombre
muy sensato, así que decidí creerle y pensé en cómo sería eso de maravilloso.
Una semana más tarde, estaba sacando los sartenes que estaban en la gaveta
debajo del horno, después de hacer unas galletas, cuando de pronto se atascó, y
tratando de arreglarla me dañé la espalda. Llamé a quien siempre reparaba todo
en mi casa, pero no hubo respuesta. Entonces el pensamiento de Bob y Angus me
vino a la cabeza. Y se me ocurrió pedirle a Dios así:"Dios, por favor,
envíame un ángel que me ayude con este
cajón". De repente oí que llamaban a la puerta del garaje. No me podía
imaginar quien podría llegar por la
puerta del garaje de la casa, y sin que nuestro perro le ladrara. Con cautela
abrí la puerta, y allí estaban dos señores mayores que vestían monos.
"Recibimos la llamada", dijo uno de ellos, "Y hemos venido a
arreglar su puerta". "Yo no necesito que me arreglen la puerta.
¿Están seguros de que es la casa correcta? Yo no los he llamado”. Ellos me
mostraron la orden. Admití que todo
excepto el primer nombre era correcto."Aquí dice Beth”, señalé, "Y yo
me llamo Joan. Yo no conozco a ninguna Beth, pero ya que están aquí, ¿podrían
ayudarme con el cajón del horno?, es que se me atascó". Entraron y en
pocos minutos lo repararon. Traté de pagarles, pero ellos se negaron. "Por
lo menos tomen algunas galletas", insistí, y se fueron, cada uno con un
puñado de galletas de chocolate, sonriendo como colegiales. Más tarde esa
noche, me di cuenta de que Dios no sólo me había enviado ayuda, él realmente me
había mostrado que si hay ángeles a nuestro alrededor. Joan E. McClure
No estamos solos. Nos
rodean personas maravillosas, y un Dios lleno de amor en los cielos que cuida
de todos nosotros. Para muchos es difícil creer en milagros, pero si ocurren, y
esta historia es un ejemplo de ello.
Necesitamos milagros todos los días, a cada instante, en todas partes, milagros
que nos ayuden a continuar, a no rendirnos, a seguir sin desmayar. Una mano
amiga en un momento de desesperación es un milagro. Que alguien nos ayude a
sonreír y sentir esperanza otra vez, en medio del dolor, es un milagro. Así que
anímate hoy y pídele a Dios que te envíe tu milagro, un ángel, esa ayuda necesaria para vivir este día y
seguir escribiendo tu camino. Todo es posible si te atreves a creer. ¡Que Dios
te de un Feliz Día! Any Aular
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