Las virtudes y los talentos manifiestan nuestra semejanza con Dios, su perfección en nosotros, pero nuestros errores y debilidades nos recuerdan cuánto nos falta para ser como él. Feliz día! 🙏🏻❤
Cuentan que, en cierta ocasión, entró una niña en el taller de un escultor. Por un largo rato, estuvo disfrutando de todas las cosas asombrosas del taller: martillos, cinceles, pedazos de esculturas desechadas, bocetos, bustos, troncos…, pero lo que más impresionó a la niña fue una enorme piedra en el centro del taller. Era una piedra tosca, llena de magulladuras y heridas, desigual, traída en un penoso y largo viaje desde la lejana sierra. La niña estuvo acariciando con sus ojos la piedra y, al rato, se marchó. Volvió la niña al taller a los pocos meses, y vio sorprendida que, en el lugar de la enorme piedra, se erguía un hermosísimo caballo que parecía ansioso de liberarse de la inmovilidad de la estatua y ponerse a galopar. La niña se dirigió al escultor y le dijo: ¿Y cómo sabía usted que dentro de esa piedra se escondía ese caballo? Dentro de cada uno de nosotros se encuentra un tesoro, pero debemos entender que sólo se manifestará, a través de cada cincelada d
Cuentan que, en cierta ocasión, entró una niña en el taller de un escultor. Por un largo rato, estuvo disfrutando de todas las cosas asombrosas del taller: martillos, cinceles, pedazos de esculturas desechadas, bocetos, bustos, troncos…, pero lo que más impresionó a la niña fue una enorme piedra en el centro del taller. Era una piedra tosca, llena de magulladuras y heridas, desigual, traída en un penoso y largo viaje desde la lejana sierra. La niña estuvo acariciando con sus ojos la piedra y, al rato, se marchó. Volvió la niña al taller a los pocos meses, y vio sorprendida que, en el lugar de la enorme piedra, se erguía un hermosísimo caballo que parecía ansioso de liberarse de la inmovilidad de la estatua y ponerse a galopar. La niña se dirigió al escultor y le dijo: ¿Y cómo sabía usted que dentro de esa piedra se escondía ese caballo? Dentro de cada uno de nosotros se encuentra un tesoro, pero debemos entender que sólo se manifestará, a través de cada cincelada de pruebas
Pepito era un niño tan sensible que tenía cosquillas hasta en el pelo. Bastaba con tocarle un poco la cabeza, y reía a carcajadas. Y cuando le daba esa risa de cosquillas, no había quien le hiciera parar. Esto siguió sucediendo a medida que crecía, a tal punto que no lo dejaban entrar en muchos sitios. Pepito deseaba con todas sus fuerzas ser un chico normal, así que empezó a sentirse triste por ser diferente. Hasta que un día en la calle conoció un payaso especial. Era muy viejecito, y ya casi no podía ni andar, pero cuando le vio triste y llorando, se acercó a Pepito para hacerle reír. Pepito le contó su problema con las cosquillas, y le preguntó cómo era posible que un hombre tan anciano siguiera haciendo de payaso. - No tengo quien me sustituya - dijo él, - y tengo un trabajo muy serio que hacer . Pepito le miró extrañado; "¿serio?, ¿un payaso? ", pensaba tratando de entender. Y el payaso le dijo: Ven, voy a enseñártelo. Entonces el payaso le llevó a recorrer la
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