EN EL CUARTO PISO

SIEMPRE HABRÁ LUGAR PARA LA MISERICORDIA.

La empresa para la que trabajaba mi papá siempre proveía de apartamentos de alquiler para sus empleados, por lo general en edificios de varios niveles. Nosotros vivíamos en uno de esos edificios, en el cuarto piso. Durante dos años, mi papá estuvo enviando su solicitud de un apartamento en el primer piso. Así sería más fácil para mi mamá pues había sufrido complicaciones después de su segundo parto. A ella se le había recomendado el reposo en cama y subir las escaleras todos los días era un poco difícil para ella. Por dicha, justo en esa época, la solicitud de mi papá fue concedida, mamá y papá se alegraron mucho, al fin nos mudaríamos a un apartamento en el primer piso de un edificio separado que estaba más cerca de la oficina de mi papá. Sin perder tiempo, hicimos la gran mudanza el sábado siguiente, estábamos emocionados. El lunes siguiente, cuando mi papá volvió del trabajo y estaba a punto de entrar en la casa, vio a una anciana y su esposo luchando por llevar una silla de ruedas por las escaleras. Él quedó impresionado y conmovido. Cuando corrió a ayudarlos, dijo la señora: “No te preocupes, hijo, ya estamos acostumbrados, hemos hecho esto durante los últimos 15 años por nuestra hija con discapacidad, Dios lo bendiga por su ayuda de todos modos”. Las palabras de aquella anciana aunque un tanto tristes pero llenas de amabilidad, hicieron que mi papá sintiera un millar de agujas pinchándole el corazón.
El sábado siguiente, mi mamá y mi papá intercambiaron el apartamento con la pareja de ancianos y volvimos de nuevo al cuarto piso en el edificio.
Todavía tengo en mi memoria, los momentos en los cuales la pareja se encontraba con papa  en cualquier lugar y le miraban con ojos llorosos llenos de amor diciendo: “¡Ángel!”, y siempre me decían: “¡Tienes un ángel por padre!”… Estas palabras han traído lágrimas de amor a mis ojos cada vez que las he escuchado… Incluso ahora, cuando estoy escribiendo.
No nos quejemos por lo que nos ha tocado vivir, pues es seguro que en cualquier otro lugar, tal vez muy cerca de nosotros, existen personas que enfrentan realidades mucho más duras y difíciles. Seamos agradecidos con lo que tenemos y mostremos, siempre, a Dios y a quienes nos rodean, una actitud de alegría por lo que nos ha sido dado. Cuando nos sintamos agobiados por nuestras circunstancias, tratemos de pensar que existen personas a nuestro alrededor o en algún lugar del mundo que sufren mucho más que nosotros y que, sin embargo, se levantan cada día y hacen el esfuerzo de continuar y de seguir adelante. Tratemos de vivir con gozo en nuestros corazones y siempre encontraremos factores a nuestro favor. ¡Que Dios te de un feliz Día!

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑA, LA PIEDRA Y EL CABALLO

EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS

La niña, la piedra y el caballo