LA CADENA DE ORO

El escritor y filósofo Johann Wolfgang von Goethe dijo: “La bondad es una cadena de oro por la cual se mantiene unida la sociedad”. Pero yo no he estado  pensando en la cadena de oro de bondad últimamente. Durante esos años, vivíamos en un pueblito justo frente a la iglesia, y los viajeros perdidos constantemente pasaban por nuestra calle. Me estaba cansando de ayudar a la  gente que se paraba casi a diario frente a nuestra casa. A menudo me levantaba en medio de la noche, para salir al frío y ayudar a alguien que estaba de paso. Casi nadie me agradecía por la ayuda, ni estaban contentos con el dinero que les daba.  No me había sentido parte de una “cadena de oro de bondad” desde hacía mucho tiempo y, aunque todavía ofrecía ayuda cuando podía, algunas veces, por dentro, deseaba que tan sólo se fueran. Pero un día en particular, un joven saltó de un destartalado automóvil frente a mi casa. No tenía dinero ni comida. Me preguntó si podía darle algún trabajo que hacer a cambio de gasolina y una comida. Le dije que si quería trabajar, estaríamos encantados si cortaba el césped. Aunque sudoroso y hambriento, él trabajó duro. Le agradecí por lo que hizo y le di el dinero que necesitaba. Entonces le ofrecí un dinero extra porque considere que se había esmerado mucho, pero él rehusó. “No, gracias”. Insistí en que tomase el dinero pero se levantó y dijo de nuevo: “No, gracias, lo que usted me dio es suficiente”. Intenté de nuevo y por tercera vez se negó, meneando su cabeza mientras se alejaba. Probablemente el pensó que yo le había ayudado. Pero eso no fue lo que pasó. No le ayudé; él me ayudó. Me ayudó a creer en la gente de nuevo. Me ayudó a renovar mi deseo de hacer algo por aquellos que están necesitados. Cuánto desearía agradecerle el restaurar algo de mi fe en la bondad  de los demás y por haberme devuelto un poquito del optimismo que había perdido en el camino. Debido a él una vez más me sentí parte de la cadena de oro de bondad que nos une el uno al otro. Tal vez haya alimentado su cuerpo aquel día, pero él alimentó mi alma.    Steve Goodier.
Es cierto que a medida que ha pasado el tiempo, el hombre se ha vuelto más y más agresivo, egoísta e insensible. Tratamos de alcanzar el éxito a costa de la felicidad de otros. Vivimos en una eterna competencia y sólo nos importa nuestra vida, nuestras metas y nuestra satisfacción. Es hora de que cambiemos los patrones que nos ha inculcado la sociedad en que vivimos. Tratemos de ser serviciales, comprensivos y generosos. Sólo el verdadero amor nos mantendrá unidos y transformará nuestro mundo, nuestro país, nuestra ciudad, nuestra familia y a nosotros mismos. No perdamos la esperanza en hacer de nuestro planeta un hermoso lugar para vivir. ¡Que Dios te de un Feliz Día!          Any Aular

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