PROBLEMAS DE PAPELES
Érase una vez un sabio muy conocido que vivía en una montaña del Himalaya. Había optado por una vida sencilla, y pasaba la mayor parte de su tiempo meditando. Este sabio, como era un hombre muy compasivo, no dejaba de dar un consejo aquí y otro allá. A pesar de todo, éstos aparecían en grupos cada vez mayores y, en cierta ocasión, una multitud se agolpó a su puerta diciendo que en el periódico local se habían publicado que él sabía cómo superar las dificultades de la vida. El sabio les pidió a todos que se sentasen y esperasen. Cuando ya no quedaba espacio para nadie más, él se dirigió a la muchedumbre que esperaba frente a su puerta: -Os voy a dar la respuesta que todos queréis. Contadme vuestros problemas. Alguien comenzó a hablar, pero fue inmediatamente interrumpido por otras personas. El sabio dejó que la escena se prolongase un poco más, y por fin dijo en voz alta: -¡Silencio! Escribid vuestros problemas y dejad los papeles aquí, frente a mí. Cuando todos terminaron, el sabio mezcló todos los papeles en una cesta, pidiendo a continuación: -Id pasando esta cesta de mano en mano, y que cada uno saque un papel y lo lea. Entonces podréis cambiar vuestro problema por el que os ha tocado, o pedir que os devuelvan el papel con el problema que escribisteis originalmente-. Todos los presentes fueron tomando una de las hojas de papel, la leyeron, y quedaron horrorizados. Sacaron como conclusión que aquello que habían escrito, por muy malo que fuese, no era tan serio como lo que afligía a sus vecinos. Dos horas después, intercambiaron los papeles, y cada uno volvió a meter en su bolsillo su problema personal, aliviado al saber que su aflicción no era tan dura como se imaginaba. Agradecieron la lección, bajaron la montaña con la seguridad de que eran más felices que los demás.
No nos quejemos por lo que nos ha tocado vivir, pues ni siquiera imaginamos el drama que enfrentan otras personas a nuestro alrededor. Agradece a Dios por tu realidad y trata de enfrentarla cada día con esperanza, pues lo que nos pasa es lo que nos enseña y nos ayuda a crecer. Nada viene para mal, todo es parte de una bendición. Así que deja el lamento, ponte de pie y lucha con todas tus fuerzas por ser feliz. Recuerda que Dios bendice al de corazón alegre y agradecido. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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