Una Señal Desde Lo Alto
El avión que piloteaba mi marido, dando entrenamiento de paracaidismo, acababa de aterrizar. Como era usual, comenzó a chequearlo todo. Todo estaba en orden, a excepción de algo extraño dejado en uno de los asientos: era una cruz tejida. Preguntó, pero no pertenecía a ninguno de la tripulación. Así que Jeff decidió traerla a casa para mí, pensando que tal vez eso me animaría un poco. Tenía cinco meses de embarazo de nuestra primera hija Aurora, cuando, con mucha tristeza, habíamos tenido que dejar nuestra casa en West Virginia, y mudarnos a un apartamento de dos habitaciones, cerca de la base donde habían trasladado a Jeff en Tacoma, Washington. Yo estaba teniendo problemas para adaptarme a esta nueva ciudad, puesto que ahora vivía a miles de kilómetros de distancia de nuestros amigos y familiares, y los extrañaba mucho, en especial con un bebé en camino. Rara vez salía del apartamento, y para no perder la cordura, me refugiaba en Dios, hablando con Él todo el tiempo. Pero en el mom