La piedra de toque

Cuando la gran biblioteca de Alejandría se quemó, dice la leyenda, que solo se salvó un libro. No era un libro valioso; así que un hombre pobre lo compró por unos centavos. El libro no era muy interesante, pero entre sus páginas había algo que en verdad llamaba la atención. ¡Era una delgada lámina de pergamino sobre el cual estaba escrito el secreto de la "piedra de toque"!
La piedra de toque, según el libro, podía convertir cualquier metal común en oro puro. Allí se explicaba que yacía entre miles de otras piedras que se veían igual que ella. Pero el secreto era este: la piedra genuina estaría cálida, mientras que las demás estarían frías. Solo había que buscarla.
Así que el hombre vendió sus pocas pertenencias, compró algunos suministros básicos, acampó en la playa y comenzó a buscarla. Él sabía que si recogía piedras ordinarias y las tiraba de nuevo por estar frías, podría recoger la misma piedra muchas veces. Así que cuando sentía que una estaba fría, la colocaba a la orilla del mar. Invirtió un día completo haciendo esto, pero ninguna de ellas resultó ser la piedra de toque. Sin embargo él continuó haciéndolo. Recogía una piedra, si era fría, la tiraba junto al mar. Recogía otra. La tiraba junto al mar. Y con las piedras fue construyendo  un  muro  por toda la orilla del mar.
Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses. Un día, se desató en el mar una gran tormenta que azotó a todas las ciudades, menos a la ciudad donde vivía este hombre, puesto que el muro que había construido, buscando la piedra de toque, evitó que el mar entrara y destruyera la ciudad. Todos los que allí vivían se dieron cuenta porqué se habían salvado, entonces tomaron al hombre y lo nombraron héroe y le regalaron muchas cosas, entre ellas oro y muchas otras riquezas. Así fue como aquel hombre  se  enriqueció buscando  la piedra de toque.
Cuán importante es ser perseverantes en todo lo que hacemos. No dejemos de buscar, pues la “piedra de toque” es nuestra labor. No hagamos caso de aquellos que nos desaniman con sus malos presagios, ni escuchemos a aquellos que piensan que todo va a estar mal, que todo es difícil. Confiemos en Dios y pensemos que todo lo que hacemos resultará en algún bien. Recordemos que el resultado de todo esfuerzo que se hace con amor y perseverancia enriquecerá nuestra vida y la de los demás. Sigamos adelante y no desmayemos, puesto que todo lo que hacemos tiene su recompensa. ¡Que Dios te de un Feliz Día!   Any Aular

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