El necesitaba a un hijo
Muy a
menudo nos sentimos solos. Pero siempre hay alguien dispuesto a tomarnos de la
mano. Hay una hermosa historia que
cuenta que un día, en que el hospital central de la ciudad estaba colapsado por
la gran cantidad de pacientes, que habían acudido a las consultas y por los
internados para operaciones y tratamientos, una enfermera muy cansada, casi al
final de su turno, llevó a un joven a la
cama de un paciente. Inclinándose y hablándole alto al anciano paciente, ella
dijo: “Su hijo está aquí”. Con gran esfuerzo, abrió sus desenfocados ojos,
luego lentamente los volvió a cerrar. El joven no dijo nada, solo apretó la
envejecida mano en la suya y se sentó junto a la cama. Durante toda la noche
estuvo sentado allí, tomando la mano del anciano y susurrando palabras de
ánimo. Para cuando amaneció, el paciente había muerto. En instantes, el
personal del hospital llenó la habitación para apagar equipos y remover agujas.
La enfermera se puso al lado del joven y comenzó a ofrecerle sus condolencias,
pero él la interrumpió y le preguntó: “¿Quién era ese hombre?”. La asombrada
enfermera contestó: “¡Pensé que era su padre!”. El le contestó: “No, él no era
mi padre, nunca lo había visto en mi vida”. A lo que ella le dijo:“Entonces,
¿por qué no dijo nada cuando le traje a verle?”. El joven respondió: “Me di
cuenta de que necesitaba a su hijo y que su hijo no estaba aquí”, explicó el
hombre, “y ya que estaba demasiado enfermo para reconocer que yo no era su
hijo, supe que me necesitaba”.
Todos
necesitamos del apoyo de alguien más. Si bien es cierto que el camino de cada
uno de nosotros es único, también es muy cierto que no nacimos para vivir
aisladamente. Nuestra sociedad necesita con urgencia, la compenetración de
todos los involucrados, para alcanzar sueños, para formar hogares, para apoyar
a los hijos que están creciendo, para brindar amor, para alcanzar la paz, para
triunfar, para aprender de las experiencias ajenas. Cuando emprendemos un
camino junto a otra persona disfrutamos del compañerismo que surge de la
interacción o del compartir, y eso es hermoso y es la única forma de crecer… No
debemos vivir en islas, construyamos puentes y acerquémonos a nuestro prójimo,
a quienes amamos. Recordemos que la unidad nos hace completos. ¡Que Dios te de
un Feliz Día! Any Aular (any.aular@hotmail.com)
Comentarios
Publicar un comentario