Mi Salida Del Alcohol


Fui alcohólico activo durante más de 10 años. Perdí dos matrimonios y apenas podía funcionar en el trabajo. Entonces toqué fondo. Creí que podía dejar el alcohol por mí mismo, pero no fue así, por lo que tuve que recurrir a Alcohólicos Anónimos. Tenía que seguir los 12 pasos que decían. No tenía problemas con el primero: Reconocer que era alcohólico, pero si con el segundo: Buscar la ayuda de Dios. No sabía cómo creer. Pero a pesar de todo esto comencé a asistir a las reuniones. Tenía una semana sin beber cuando una noche en la que regresé de una reunión a mi apartamento sentí unos  deseos  muy  grandes  de beber. Entonces llamé al tutor que me habían  asignado en AA, Chuck, y le dije lo que me estaba pasando. El me recomendó comer chocolate, tomar una ducha de agua tibia y arrodillarme y pedirle a Dios ayuda. Hice las primeras dos cosas pero no la tercera. Los deseos se alejaron por un rato pero luego volvieron con intensidad. Así que con mucha pena me alejé de la ventana de la sala para que nadie me viera, me arrodillé y toqué la alfombra con mi frente. Recuerdo que me sentía como un tonto, pero lo hice, y dije: “Por favor, ayúdame”. En ese momento una ola de paz recorrió mi cuerpo y todas las ganas de beber se fueron. A pesar de ser de noche una luz blanca inundó aquella habitación. Sentí mucho sueño y como pude me acosté en el mueble de la sala. Ví una mano enorme que me sobaba la espalda y caí en un sueño profundo hasta la mañana siguiente. Cuando desperté recordé la experiencia y de repente pensé que tal vez había sido por la abstinencia. Pero lo que viví fue muy real. Así pasaron las semanas y del trabajo me enviaron a otro estado a ver a un cliente. Sentí miedo de caer en el alcohol estando lejos. Pero aún así tomé el avión y una vez en el hotel le pedí al botones que me ayudara a llevar unas cajas con papeles. Cuando entré verifiqué que el minibar estaba bajo llave, pero había una nevera llena de cervezas. Entonces le pedí al botones que se las llevara. El botones me dijo que de todas formas me iban a cobrar por eso y yo le dije que no me importaba que sólo las quería lejos de mí. Entonces aquel hombre sacó de su bolsillo un distintivo de AA y me dijo que llevaba varios años sin beber y que si necesitaba ayuda recurriera a él. Me dió su teléfono y durante toda mi estadía allí él estuvo atento. Me sentí cuidado, sabía que todo esto era una intervención divina.  Regresé de mi viaje y seguí con mi rutina. Recuerdo una noche en particular en la que estaba en una reunión de AA preguntándome cómo hacía para tener esa fe en Dios de la que tanto hablaban allí. No sabía cómo hacerlo. Entonces pasó a hablar un hombre que dijo que había sido veterano de guerra y que para borrar los malos recuerdos había caído en la bebida, y que para salir había asistido a AA. Él hizo hincapié en que no sabía cómo confiar en Dios hasta que se vió en la necesidad. Recuerdo que dijo que para él había sido como lanzarse del trampolín a una piscina, entregarse al agua. Esa explicación me ayudó y desde entonces he sentido esa fe y esa confianza y estoy seguro de que sólo Dios es quien me ha ayudado a mantenerme sobrio. Bob L.
Dios es real y su presencia se hace presente en donde quiera que lo invoquemos. No dudemos en pedir Su ayuda. Él sólo quiere hacernos brillar en medio de la oscuridad de nuestras circunstancias. Lancémonos al agua, intentemos confiar y Él nos sostendrá con sus manos de amor. No tengamos miedo pues Él está cerca cuidando de cada uno y de seguro tendremos un buen final. ¡Que Dios te de un Feliz Día!    Any Aular

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