Los Angeles Que Me Hablaron


Mi hijo Art, de 18 años, era maravilloso. Estaba en último año de secundaria y era el mejor jugador de fútbol de la escuela. Tenía mucha fe en Dios y se congregaba constantemente. Cuidaba mucho de su cuerpo por lo que no bebía ni fumaba y tenía un futuro muy prometedor como jugador de fútbol. Todo eso cambió el 1 de Enero de 1989. Ese día en la noche Art salió con unos amigos para un cumpleaños. Su padre y yo nos acostamos pero como a la 1 de la mañana me desperté sobresaltada y sentí que algo le había pasado a nuestro hijo. Desperté a mi esposo y se lo dije, entonces el teléfono sonó. Era del hospital. Nos llamaban para comunicarnos que Art había tenido un accidente. El iba manejando y una camioneta los aplastó contra un árbol. Uno de los pasajeros murió y nuestro hijo quedó en coma. Corrimos al Hospital junto con varios amigos. El doctor nos dijo que era difícil que sobreviviera pues tenía la tráquea y el cerebro aplastados. Estuvieron trabajando en el quirófano hasta las 5 de la mañana. Art  estaba en coma. El doctor nos dijo que se había muerto varias veces pero había vuelto y que lo más probable era que no volviera a hablar, ni moverse, ni reconocer a nadie. Cuando lo vimos en terapia intensiva con todos esos tubos me desplomé en los brazos de mi esposo llorando, y él me dijo que debíamos tener fe y seguir orando y que Dios lo salvaría.  La primera noche el Hospital me permitió dormir en una de las habitaciones cercanas a terapia. Entonces me quedé dormida y soñé con dos ángeles que estaban sobre mi hijo y él se sentó en la cama y hablaba y reía con sus amigos. Me desperté en medio de la noche y corrí a terapia y me acerqué a mi hijo y le susurré al oído el sueño, y le dije que se levantaría. Esto lo hacía todos los días. Entonces pasó un mes y nada cambiaba pero yo tenía fe en que Dios me había hablado  y se lo decía a Art todos los días. Él fue trasladado a otro Hospital y pasaron 3 meses sin cambio. Entonces tuve otro sueño en donde volví a ver a los mismos ángeles a su lado y él abría los ojos. Y sucedió durante la Semana Santa, la época favorita de Art por lo que significaba. Nuestro hijo abrió los ojos. El domingo de resurrección, cuando llegamos, la enfermera nos mostró un papel, en donde nuestro hijo había escrito el número de teléfono de la casa para que los llamáramos. Su memoria estaba intacta. Pasaron las semanas y no hablaba pero yo seguía recordándole el sueño. Entonces un día llevé a su abuela a verlo y cuando salíamos del cuarto escuchamos su voz muy fuerte que decía: “Mamá”. Lo repitió varias veces y yo lo abracé. Comenzaron con la terapia de lenguaje y la fisioterapia. A veces ha sido duro pero cada vez que él quiere rendirse le recuerdo a los dos ángeles. Ya ha pasado el tiempo y Art está a punto de graduarse en la Universidad de la ciudad. A veces camina con la ayuda de un bastón, y tanto él como nosotros sabemos que Dios habla y no nos abandona. Confiamos en la misericordia de Dios. Delores Bates
Si estás atravesando por alguna situación difícil o atemorizante, busca a Dios en oración y encontrarás respuestas. Su amor es incondicional y su misericordia es infinita. Dios habla, siempre lo ha hecho, tan sólo tenemos que preguntarle y Él nos responderá de la manera más maravillosa. Ten confianza. No temas. El Buen Padre está cerca de ti y nunca te abandonará. Habla con Él y escucharás su voz. ¡Que Dios te de un Feliz Día!   Any Aular

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