EL MAESTRO FIGUEREDO
Ignacio “Indio”
Figueredo uno de los primeros arpistas del llano adentro venezolano convertido
en leyenda, digno ejemplo, maestro de maestros entre músicos y cantadores. No
había fiesta en el llano ni baile de joropo sin el arpa mágica del maestro
Figueredo. Sus dedos acariciaban las cuerdas y se prendía la alegría y brota
incontenible el ancho río de su música prodigiosa. Se la pasaba de pueblo en
pueblo, anunciando y posibilitando la fiesta. El, sus mulas y su arpa, por los
infinitos caminos del llano. Una noche, tenía que cruzar un morichal espeso y
allí lo esperaron unos hombres. Lo asaltaron, lo golpearon salvajemente hasta
dejarlo por muerto y se llevaron las mulas y el arpa. A la mañana siguiente,
pasaron por allí unos arrieros y encontraron al maestro Figueredo cubierto de
moretones y de sangre. Estaba vivo pero en muy mal estado. Casi no podía hablar.
Hizo un increíble esfuerzo y llegó a balbucear con unos labios entumecidos e
hinchados: “Me robaron las mulas”. Volvió a hundirse en un silencio que dolía y,
tras una larga pausa, logró empujar hacia sus labios destrozados una nueva
queja: “Me robaron el arpa”. Al rato, y cuando parecía que ya no iba a decir más
nada, empezó a reír. Era risa profunda y fresca que, inexplicablemente salía de
ese rostro desollado. Y en medio de la risa, el maestro Figueredo logró decir:
“¡Pero no me robaron la música!”.
Cada uno de nosotros
ocupa un lugar importante en este mundo, bien sea dentro del contexto de una
familia, de una comunidad o de un país. Dios nos ha regalado talentos, que nos
hacen perfectamente capaces de participar activamente en la sociedad en la que
vivimos, e influir positivamente en todo y en todos aquellos que nos rodean. No
dejemos que las malas acciones, las traiciones y las mentiras empañen nuestra
vida, a tal punto, que nos hagan renunciar. Luchemos por aquello en lo que
creemos y que nos hace felices, por aquello que nos completa como personas, y
que nos hace útiles en el mundo. Dios bendice a los que no se dan por vencidos.
¡Que Dios te de un feliz
Día! Any Aular
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