LA MANTEQUILLA Y EL PAN
Una vez un panadero
de la ciudad y un campesino de la aldea vecina hicieron un trato. Se
intercambiarían, todos los días, medio kilo de pan por medio kilo de
mantequilla. Las cosas marcharon bien por algún tiempo, hasta que, un día, el
panadero empezó a sospechar que la mantequilla no tenía el peso convenido.
Durante varios días, pesó la mantequilla y pudo evidenciar que, como lo había
sospechado, cada día pesaba menos. Por fin, hizo que apresaran al campesino por
fraude. En el juicio, el campesino confesó que si bien tenía balanza, no estaba
utilizando las pesas. -¿Entonces, cómo pesa usted la mantequilla que debe
enviarle al panadero?-. –Muy sencillo: utilizo como pesa el pedazo de pan que me
manda el panadero. Si mi mantequilla no tiene el peso correcto, se debe tan sólo
al pan del panadero…
Todos recibiremos en la medida en que demos. No nos
hemos dado cuenta de que salimos beneficiados cuando procuramos el bien de
quienes nos rodean. En la alegría de nuestro prójimo encontraremos la nuestra.
Todo es muy simple: no vamos a recibir más de lo que damos. Así que, desde este
momento, hagámonos el propósito de tratar con amor y entrega a quienes amamos.
Demos lo mejor de nosotros en cada acción y cosecharemos alegrías. ¡Que Dios te
dé un Feliz Día! Any Aular
Comentarios
Publicar un comentario