UN AUTO HACIA EL ABISMO
Un día salí desilusionado de mi casa y me subí al auto,
dispuesto a cometer una locura. Mi negocio de aparatos eléctricos había
fracasado. Mi madre estaba agonizante. Mi esposa iba a tener un segundo hijo, y
yo no tenía dinero para los gastos. Me habían quitado la casa por una hipoteca,
y tenía empeñados todos mis bienes. Como un desesperado salí a la carretera a
toda velocidad, hacia el río. Pero de pronto recupere la calma, y me detuve a la orilla de aquella vía, y bajándome del auto me senté en la grama y lloré como un niño. Y
enseguida se me ocurrió una idea: "¿por qué no confiar mis problemas en
manos de Dios? ¿Por qué no hacer esa prueba? Así fue que en ese instante
comencé a hablar con Dios por primera
vez en mi vida, y me llené de una paz interior que no había sentido durante los últimos meses. Estuve allí una hora,
hablando con Dios y llorando. Después volví a casa y dormí como un niño. A la
mañana siguiente me levanté lleno de confianza. Ya no tenía miedo del futuro,
porque todos mis problemas estaban en
las manos de Dios. Ese día encontré empleo. Trabajé con entusiasmo por la
confianza que sentía, y me fue muy bien. Pagué mis deudas, y logré organizar mi
propio negocio. Ahora tengo una linda familia de tres hijos, casa propia y una buena cuenta de ahorros. Cuando
recuerdo ese día, en el que casi cometo suicidio, me alegro de haber estado en
una situación tan desesperada, porque
eso me enseñó a confiar mis problemas en manos de Dios, y a confiar en Él.
Es
maravilloso tener paz interior, y vivir confiados en que, si entregamos a Dios
nuestros problemas, el es lo suficientemente
grande y poderoso para resolverlos. Hoy en día vivimos sometidos a un
estrés muy grande. Y cada vez se hace más difícil tener paz y confianza en
nuestra mente y nuestro corazón. Además
de eso, el estrés está causando estragos en nuestra sociedad, pues se ha
descubierto que el es el causante de casi todas las enfermedades que tenemos.
Habla con Dios, no temas. Dios nos bendice a todos por igual y sólo desea que
nos acerquemos a Él, porque su mayor deseo es hacernos felices, aunque no lo
creamos. Dios no es un juez al que le gusta castigar. Él es un padre amoroso
que se complace en ayudar. Acércate a él y tu vida cambiará por completo. ¡Que
Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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