EL ALMA DE UN CAMPEÓN

En el año 2000 estaba entrenando en los Estados Unidos para formar parte del equipo olímpico de esquiadores de campo traviesa, cuando un día mi entrenador  nos dijo a todos que debíamos hacernos unos exámenes de sangre. Después de esto, recibí la terrible noticia de que era diabético, y de que mis probabilidades de triunfar en un deporte de este tipo, eran nulas. Pero yo decidí seguir adelante con mi sueño, así que seguí entrenando, pero como este es un deporte de resistencia, las demandas de insulina de mi cuerpo eran mucho mayores y en los recorridos por las laderas perdía el ritmo y el control. Mi entrenador renunció a mí, dejándome devastado. Así que busque un médico y un entrenador personal que me ayudaran a seguir, pero en las olimpiadas del 2002 una baja repentina de insulina echó  por los suelos mis sueños de ese año. Llegué a mi país con el corazón devastado. Yo sabía que no podía seguir así. Nunca había hablado con Dios, pero una noche mientras estaba acostado, le pedí que me ayudara, que me diera una salida. A  la mañana siguiente, desperté con una certeza muy grande de que todo iba a resultar bien, y una afirmación flotaba en mi mente y corazón: "La diabetes no te va a detener, pues no sólo has recibido el don de un cuerpo de esquiador, sino también el corazón y el alma de un campeón, y eso es todo lo que necesitas para triunfar, para alcanzar tu sueño". Esto lo cambio todo. Así fue que busqué y busqué hasta que encontré un médico que creyera en mi y en mi sueño, y juntos encontramos a través de mucho ensayo y error, la dieta adecuada y una bomba de insulina que atada a mi cuerpo suplía las necesidades constantes de mi cuerpo durante el recorrido. Asimismo encontré un entrenador que me apoyara y me ayudó a ser mucho mejor. El 22 de enero de 2014, fui nominado por la Asociación de Esquí y Snowboard de EEUU para participar en los juegos de Sochi, sería la cuarta vez que competiría en los Juegos Olímpicos de Invierno. Dicen que los esquiadores de campo traviesa alcanzan su punto máximo a los 30 años. Yo tengo 33, así que puedo decir, con la misma certeza que me dio Dios aquella mañana: ¡Lo he logrado!           Kris Freeman
Esta historia nos dice que más fuerte que el conflicto es nuestra determinación de seguir adelante. Si creemos, si insistimos...venceremos. No dejes que la enfermedad o el problema te definan, no te dejes llevar por el desánimo, busca ayuda en el buen Dios, y el te dará la fuerza interior necesaria para luchar. Rodéate de personas llenas de esperanza y que crean que tu puedes hacerlo. Recuerda que quien se da por vencido ya ha fracasado. No te rindas, pues no es el tamaño del problema lo que importa, sino que vas a hacer con ese problema. Usa tus adversidades y crece. Aprovéchate de las pruebas y úsalas para elevarte más allá de toda probabilidad. Tú puedes hacerlo. Confía en Dios, pues Él apuesta todo a ti, dándote aliento de vida cada mañana. ¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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