Un Encuentro Inesperado

Tenía un diagnóstico terrible de la condición de su corazón, ya no había esperanzas para ella, y había sido hospitalizada en un estado terminal. Olga es una excelente mujer, de gran corazón y un espíritu muy alegre, que trabajaba en el área administrativa de un departamento en una Universidad de la zona. De repente su vida se vio ensombrecida debido a una grave anomalía cardíaca, por lo que tuvo que ser internada en una clínica, sin ninguna esperanza de sobrevivir. Una mañana todo empeoró, y su corazón ya casi no respondía, por lo que fue llevada a quirófano. Mientras la trasladaban por los pasillos, acostada en la camilla, lo único que escuchaba  eran las voces de los enfermeros y médicos que la rodeaban, y que repetían, una y otra vez: "No hay nada que hacer, está muriendo". Pero ella no se rendía, en su interior deseaba vivir, así que con ese ánimo que la caracterizaba continuaba pidiendo en su interior: "Dios, tu todo lo puedes, por eso te pido que me envíes un Simón de Cirene, como el que le enviaste a Jesús para ayudarlo a llevar la cruz". Por uno de los pasillos iba pasando un médico extranjero, que había viajado exclusivamente para atender a una persona que estaba allí, y acababa de llegar y estaba conociendo el lugar, cuando de pronto se encontró con estos médicos que casi corrían con Olga en la camilla, para intervenirla. Él los detuvo y ellos le informaron sobre su condición. El entonces expresó: “Esta mujer esta muy joven para morir por esto”. Era un especialista en esa área. Inmediatamente se preparó y se encargó de la cirugía. Demás está decir que todo salió bien, y ella ahora goza de excelente salud. Dios es quien hace posible lo imposible y nunca nos desampara.
No perdamos la esperanza, pues aunque parezca que ya no hay tiempo, nunca es demasiado tarde para que Dios actúe a nuestro favor. Si estas en un punto en tu vida en el que no ves la salida, si estás desfalleciendo por lo largo de la prueba, si sientes que has agotado todas las alternativas y ya no puedes ver la luz, no dudes en recurrir a Dios. Recuerda que el usará a cualquier persona para auxiliarte, como sucedió en esta  historia. Él nunca te dejará, Él es quien te sostiene y hará maravillas por ti. Insiste, busca, lucha, porque sí hay una respuesta. Pon tu mano sobre tu corazón en este instante, ¿sientes el palpitar?¿lo sientes? Es Dios que te dice con cada impulso:¡Sigue!¡Sigue!¡No te rindas!¡Yo estoy contigo!¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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