Palomas de Esperanza

Me sentía devastada. Tres abortos  y la reciente histerectomía que me habían practicado, habían acabado con mi esperanza de tener más bebés y disfrutar de una familia grande como la que siempre había soñado. Es cierto que tenía a mi hijo Matthew de cuatro años, pero yo siempre deseé tener muchos más. Mi esposo me repetía una y otra vez que para él, Matthew y yo éramos más que suficientes. Pero eso no me animaba. Todavía caminaba lento por causa de la reciente operación, por lo que no podía jugar mucho con mi niñito. Una tarde, estando en la cocina, entró Matthew y exclamó: "Mamá, una paloma". Nos asomamos por la puerta de tela metálica que daba al jardín, y vimos como está paloma revoloteaba una y otra vez alrededor de un pequeño árbol que teníamos, y luego se fue. Al día siguiente, vimos como la paloma regresaba con otra más, que supusimos era su pareja, y comenzaron a dar viajes durante todo el día, trayendo palitos y ramitas con los que empezaron a formar su nido. Yo sabía que el árbol era muy débil en sus ramas, así que temía por la suerte del nido. Una noche de tormenta, salí al patio trasero y vi con tristeza  que el nido se había caído, y pensé para mis adentros: "Todo se acabó, seguro se irán para siempre". Pero a la mañana siguiente vi con asombro, que comenzaban otra vez a construir el nido, como si nada hubiera pasado. Mi pequeño y yo pasábamos los días observándolas. Verlas me llenó de esperanza, lo que hacían era un mensaje en sí. Varias veces cayó el nido, y varias veces lo construyeron sin dudar. Entendí el mensaje: "No me daría por vencida jamás". Así que una mañana después de una tormenta, salí una hora antes de la que acostumbraban llegar, y fije una tablilla con clavos a una de las ramas, y la cubrí con hojas, con la esperanza de que usaran ese espacio. Al llegar las palomas, examinaron el árbol y comenzaron a construir su hogar en la tablilla. Mi hijo y yo saltamos de alegría. Una semana después de terminar el nido, pusieron sus huevos y un tiempo después nacieron los pichones. Que alegría sentimos. Que significativo fue para mí. Mi vida no se había acabado y tenía que seguir.
La vida está llena de altibajos, pero no nos debemos detener en nuestras tragedias. Un fracaso o un revés no significan que todo se acabó para ti y para mí. Detente, examina, saca provecho, y sigue. No permitamos que una pena chiquita o grande nos quite la alegría y las ganas de vivir. Alguien dijo: "Si la vida te da limones, haz limonadas". Tu vida está en tus manos. Piensa en esta historia y pregúntate: ¿Que voy a hacer con mi nido después de esta tormenta? ¿Lo dejo en el suelo o vuelvo a empezar? Tú vales la pena. No te rindas. Y si algún día sientes dudas, recuerda esta historia, recuerda a estas palomas y la esperanza volara  a ti desde los cielos y te restaurará. ¡Que Dios te de un Feliz Día!                         Any Aular

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