LA PERSEVERANCIA DA BUENOS FRUTOS
El futuro de Dave Dawson se veía oscuro en 1974. Basados en pruebas, sus maestros de noveno grado le habían clasificado como retrasado mental. “Mi expectativa vocacional era la de llegar a ser un empaquetador de supermercado”, decía Dawson. De hecho, tomó clases para aprender cómo empaquetar los alimentos adecuadamente. Pero en contra de lo que algunos vaticinaban obtuvo un título de Doctor en la Escuela de Educación de la Universidad de Iowa. Dawson recuerda su continua frustración con la escuela. “Fracasaba hiciese lo que hiciese, pero no quería darme por vencido". Un psiquiatra finalmente diagnosticó una limitación en el aprendizaje y entonces fue matriculado en una clase de personas iguales a él en el colegio. Sus padres pagaron tutores para ayudarle. Y en una academia de verano para chicos con problemas de aprendizaje, aprendió a leer un poquito. “Estuve en todo experimento en el que pude estar, para mejorar mis habilidades”, nos dice. Para el décimo grado, ya estaba tomando varias clases regulares. Para el decimoprimero, estaba matriculado solo en clases regulares. Decidió ir a la universidad. Probó varias. Frustrado, las abandonó todas; pero nunca se rindió. Eventualmente, tras años de luchas y frustración, Dawson obtuvo un grado en Psicología, especializándose en Rehabilitación. Obtuvo su Maestría y, recientemente, su Doctorado. El camino de quien debería ser un empaquetador de comida al doctorado no fue fácil. Pero su insistencia y perseverancia en mejorar, junto con la ayuda de tecnologías de apoyo, incluyendo digitalizadores que leen en voz alta, lo ayudaron. Dawson convenció a la universidad de que le diese $5,000 para comprar más equipo para los estudiantes con deficiencias, e instruir a los maestros sobre las tecnologías de punta. Gracias a su actitud perseverante le consiguió los fondos y creó el Centro de Tecnología de Apoyo y Recursos Educacionales de Iowa, donde es ahora su director. De vez en cuando su hijo de tres años tiene que corregirlo cuando le lee un cuento a la hora de dormir. Pero si sus luchas han demostrado algo es que la perseverancia vale la pena. “Si yo puedo hacer esto, todos pueden”, dijo. “Si anhelas tu sueño lo suficiente, insiste. Tu puedes lograrlo”.
No te des por vencido, sin importar cuáles sean tus limitaciones. No escuches las voces de aquellos que te desaniman, ni las estadísticas que pronostican tu fracaso. Lo cierto es que lo único que decide tu triunfo, es tu determinación. No te rindas aún cuando el camino parezca imposible de transitar. Hay un enorme potencial en ti, así que no te dejes definir por tus debilidades, úsalas para crecer, descubrirte, formarte y brillar en medio de tu entorno. Tú tienes la última palabra. No fuiste hecho para seguir el camino de alguien más, sino para trazar nuevas sendas. ¡Anímate!, tu vida te espera. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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