EL CALEIDOSCOPIO

Erase un hombre que había perdido la vista siendo muy joven. Para poder subsistir, desarrolló una gran habilidad con sus manos, permitiéndole destacarse como un estupendo artesano. Sin embargo, su trabajo no le permitía ganar mucho dinero, por lo que la pobreza era una constante en su vida y en la de su familia. Ya hombre, una navidad quiso obsequiarle algo especial a su hijo de cinco años. Así que fabricó, con sus propias manos, un hermoso caleidoscopio igual a uno que él tuvo. En secreto y por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos que trituraba en decenas de partes, pedazos de espejos, vidrios, metales, maderitas, etc. Y la noche de navidad le dio a su hijo el precioso regalo. El niño no cabía en sí de la emoción, estaba emocionado con su nuevo juguete. Durante los días y las noches siguientes el niño fue a todo sitio portando el preciado regalo, llevándolo también a su escuela. En los tiempos de recreo entre clase y clase, el niño compartió su juguete con sus compañeros, quienes se mostraron igual de fascinados con aquella maravilla. Uno de aquellos pequeños, finalmente se acercó al hijo del artesano y le preguntó: - “Oye, que maravilloso caleidoscopio te han regalado, ¿dónde te lo compraron?, no he visto jamás nada igual en el pueblo.”. Y el niño emocionado le contestó: - “No, no me lo compraron en ningún sitio, me lo hizo mi papá”. A lo que el otro pequeño replicó con tono incrédulo: - “¿Tu padre?…¡imposible, pues él está ciego...!”. El muchachito se quedó mirando a su compañero, y al cabo de una pausa, sonrió y le dijo: - “Si, mi papá está ciego, pero solamente de los ojos”.
Las limitaciones las ponemos tú y yo cuando nos damos por vencidos. No existe imposible para aquellos que creen, que tienen esperanza y que insisten en seguir adelante a pesar de las adversidades. Peor que la ceguera física, es la ceguera del corazón, que nos impide ver cuán lejos podemos llegar si confiamos en Dios. Tú y yo nacimos con dones y talentos que nos permiten brillar en nuestro entorno, y dejar una huella. Así que no dejes que la luz que hay en ti se apague, no dejes que los problemas o limitaciones de tu cuerpo te anulen como persona. Aún hay mucho que puedes hacer. No te rindas. Eres un regalo de Dios, así que anímate y vuelve a empezar. ¡Que Dios te de un Feliz Día!    Any Aular

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