Los Ciegos Y El Elefante
Una vez llegó un elefante a una ciudad habitada
por ciegos. En dicha ciudad se ignoraba qué y cómo era tan extraño y enorme
animal, así que decidieron llamar a unos eruditos de su ciudad –ciegos también- para que
formularan un dictamen.
El primer experto se acercó al elefante, palpó
concienzudamente sus patas y luego sentenció: -Puedo afirmar que este animal es
como una columna.
El segundo erudito, en cambio, tocó a fondo la
oreja del paquidermo. –Debo decirles que mi colega está equivocado; este animal
es como un abanico y no se parece en absoluto a una columna –dijo con firmeza.
Finalmente el tercer sabio exploró
minuciosamente la trompa del elefante y dictaminó: -Quiero aclarar que mis dos
colegas han errado claramente su apreciación. Es evidente que este animal se
parece a una serpiente.
De este modo, se levantó entre los habitantes
de la ciudad una gran polémica entre los que defendían una u otra de las
opiniones de los eruditos, creándose así varios bandos beligerantes.
Sin embargo, acertó a pasar por allí un hombre
que veía perfectamente y, enterado de la disputa, quiso sacar a aquellas
personas de su error describiéndoles cómo era el elefante en realidad y
explicando que cada letrado sólo había percibido una parte del animal.
Como los ciegos se empecinaron en su error,
dijeron que aquel individuo estaba loco, lo expulsaron de malas maneras de su
ciudad y, aún hoy, continúan debatiendo el asunto
entre ellos.
Muchas veces vemos lo que queremos, lo que
deseamos; muchas veces sin preguntar, sin indagar la verdad. Creemos
erróneamente que la verdad es aquello que sostenemos y no nos hemos percatado
de que la verdad consiste en una búsqueda constante.
Es importante que entendamos que la verdad se
compone de pedazos, de trozos, lo que hace mucho más importante la colaboración
de todos; porque solo Dios posee la verdad absoluta.
Cuando alguna persona nos refiera “una verdad”
deberíamos preguntarnos que parte del enorme “elefante” esta palpando: las
fuertes y enormes patas como troncos, las gruesas y enormes orejas o la larga
trompa que simula una serpiente. No
olvidemos que una verdad a medias es una mentira.
No pierdas tu tiempo debatiendo sobre medias
verdades. Recuerda que eres hecho a la imagen y semejanza de Dios, aprovecha
tus talentos y piensa bien antes de emitir una opinión, ponte en el lugar de
los demás y luego todo lo verás más claramente.
¡Que Dios te un bello día! Any Aular
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