Quien Obra Bien

Un día, mientras me dirigía en coche con mis hijos hacia Dartmouth, Nueva Escocia, divisé a una mujer que estaba de pie a la orilla de la carretera junto a su vehículo. Me detuve detrás de su vehículo, y me dijo que necesitaba cambiar el neumático y no sabía cómo hacerlo. Me ofrecí a remediar el problema y al poco rato cada cual siguió su camino. Después de pasar varias horas paseando en la ciudad, decidí volver a casa, pero noté que salía vapor del frente del auto, y entonces descubrí que el radiador estaba perforado. El conductor de un camión que acababa de llegar me preguntó que ocurría y yo se lo expliqué; añadí que iba a llamar a un hermano que es mecánico. Cuando le dije que este vivía a una hora de camino, llevó mis hijos a cenar al restaurante y se negó a que yo pagara la cuenta. Después nos llevó a casa de unos parientes suyos cerca de allí. El hombre no sólo esperó hasta que mi hermano llegara para auxiliarnos, sino que lo acompañó a revisar el coche. Una vez reparado el radiador, le di las gracias a aquel caballero. -No es nada- contestó-. -Resulta que hace unas horas venía conduciendo por la carretera y vi que usted estaba ayudando a una señora, y bueno, todo aquel que da recibe-.
Que hermoso es cuando podemos olvidarnos de nosotros mismos, y pensar un poco más en quienes nos rodean. Está historia nos dice que es muy cierto que cuando damos entonces recibimos. Pensemos más en nuestro prójimo, nuestros vecinos, nuestros amigos y compañeros de trabajo, y en todos aquellos que encontramos en nuestro camino a lo largo del día, porque auxiliándolos, no sólo contribuiremos a un entorno más hermoso, sino que estaremos sembrando una bendición para nosotros. Si tiendes tu mano a los demás el Buen Dios te recompensará en la forma que menos imaginas. ¡Que Dios te de un Feliz Día!    Any Aular

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑA, LA PIEDRA Y EL CABALLO

La niña, la piedra y el caballo

EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS