Venados Angelicales

Mudarme de la ciudad de Nueva Jersey a los bosques de Pensilvania, fue como un sueño hecho realidad. Mi casa quedaba bastante alejada de la casa de mi vecino, y no había teléfono, pero eso no me molestaba. Mis amigos vaticinaban que muy pronto me cansaría de vivir allí en medio de la nada,  pero la verdad era que siempre me había fascinado estar rodeada de la naturaleza,  y de los animales salvajes. Ya me había encariñado con una venadita a la que llamaba Scarbelly. Ella solía venir todas las mañanas a la puerta de mi casa con su cría, y juntos paseábamos por los alrededores. Pero una mañana de Abril, cuando traté de levantarme, el lado izquierdo de mi cuerpo no me respondía. Había trabajado como enfermera de rehabilitación, así que de inmediato supe que se trataba de un derrame cerebral. Como pude me arrastré hasta la puerta de la casa, y cuando la abrí, vi a Scarbelly esperándome con su cría y cuatro venados mas. Recuerdo que pedí ayuda a Dios en voz alta y caí al suelo. Sabía por experiencia, que debía llegar lo más pronto posible al hospital, pues mientras mayor fuera mi demora, mayor seria el daño en mi cuerpo. Mi única esperanza era tratar de arrastrarme hasta la carretera, pero apenas si podía moverme. Allí tirada en el suelo pedía ayuda a Dios y comencé a sentir los suaves cuerpos de los venados a mí alrededor. Lentamente sentí como me empujaban, y en pocos minutos estaba allí en la orilla de la carretera. No lo podía creer, ¿Cómo había sido posible que hubiera llegado tan rápido? Traté de levantar mis manos,  pero los carros pasaban sin pararse. Así que trate de arrastrarme hasta el medio del camino, y para mi sorpresa, Scarbelly y los venados no se apartaron de mi lado. Así fue como un camión se detuvo y el chofer, atónito, se acercó para ayudarme. Para sorpresa de ambos los venados no se apartaron de mí hasta que estuve segura dentro del camión, y solo entonces regresaron al bosque. Cuando llegué al hospital, el doctor me dijo que me iba a recuperar rápido debido a  que había llegado en muy poco tiempo para recibir ayuda.  Ahora sé que no importa donde estemos, nunca estaremos fuera del alcance de Dios. Patrice Vacca
Esta historia nos recuerda que Dios está en cada persona, en cada animalito y en todo lo que nos rodea. No importa donde estemos, nunca estaremos solos. Nunca estaremos fuera del alcance del amor de Dios. Así que no debemos temer ni perder la esperanza. Tan solo avancemos sin temor y empecemos cada día llenos de optimismo. Recuerda que Dios bendice a los que no se dan por vencidos. ¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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