Los Ángeles de Papá

Viendo un álbum de fotos, junto con mi hermano Patrick y su esposa, recordábamos la boda de ellos, y súbitamente nos vino a la memoria una pareja de edad madura que conocimos, mientras nuestro padre batallaba contra el cáncer. En el año de 1983 mi padre fue diagnosticado con un cáncer terminal. Como mi madre era enfermera, le facilitaron una cama de hospital. Mamá le administraba los cuidados paliativos para mantenerlo cómodo mientras llegaba el momento. Papá era músico y todos los días tocaba múltiples piezas. Papá siempre estaba sonriendo. Pero con el pasar de las semanas, comenzó a perder fuerzas. Poco a poco se fue debilitando, y a duras penas tocaba el piano. Todos quisimos suspender la boda de Patrick, pero él se negó. Una tarde, tocaron a la puerta, y allí estaba esta pareja. Se presentaron como Winnie y Fred. Dijeron que se habían mudado recientemente, y que disfrutaban de la música de mi padre. Les invité a entrar, y enseguida ellos se sentaron a charlar con papá. Esto hizo que él sonriera otra vez. Así fue como cada día Winnie o Fred venían a compartir con él; a veces jugaban juegos de mesa, y otras veces se deleitaban con su destreza en el piano. Él comenzó a reír otra vez. Era como si la vida hubiera vuelto a su alma. Una tarde acompañé a Winnie a donde vivía, y ella me alentó a tratar de buscar la manera de sonreír, aún en medio del más terrible dolor. Cuando llegamos a su casa, ella me dijo que no me invitaba a pasar puesto que sus muebles aún no habían llegado. Yo me alarmé, pero ella sólo sonrió despreocupada, alegando que pronto los tendrían allí. Pasaron los días y papá empeoró y murió en casa, rodeado de sus familiares y amigos. Después del funeral, nos reunimos recordando los bellos momentos que pasamos juntos. Todos reconocíamos que Winnie y Fred habían sido un milagro para él. Pocos días después se celebró la boda. Una tarde, decidí llevarle a Winnie un ramo de flores, como muestra de nuestro agradecimiento. Cuando llegué a su casa, me cansé de tocar y llamarla, pero nadie respondió. Entonces me dirigí a la oficina del administrador, y pregunté por ellos. Asombrado me dijo que nadie había vivido allí por meses. Entonces le describí a Winnie y a su esposo, pero me dijo que nunca había visto a esa pareja. Quedé atónita. No lo podía creer. Veinte años después, recordando esto, nos dimos cuenta de que ellos habían sido ángeles enviados por Dios para ayudar a papá en sus últimos días. Ellos nos enseñaron el valor de sonreír a pesar de la prueba. Realmente Dios no nos deja solos.  Diantha Stensrud
Esta historia pone de manifiesto que Dios si cuida de nosotros. Puede que en este instante estés viviendo el momento más oscuro de tu vida, pero si pides su ayuda, recibirás consuelo y fuerzas  para seguir. Dios no promete que no habrá tormentas, pero si nos asegura que nos tomará de su mano y nos sostendrá, y mantendrá nuestro barco a flote. No te desanimes. Dios llenará el vacío y te guiará por caminos nuevos. ¡Que Dios te de un Feliz Día!       Any Aular

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