Dios Nunca Te Desampara
Mi esposo siempre decía: “Quisiera creer que existen los ángeles, pero tendría que ver uno con mis propios ojos”. Yo siempre le aseguraba que ellos estaban a nuestro alrededor, cuidando de todos nosotros, como mensajeros de Dios. Un día, mientras dábamos un paseo por un parque llamado Tanglewood, en medio de los bosques, llegamos a una parte llena de pastizales, y allí detrás de una valla, en un inmenso terreno, se encontraban diez hermosos caballos pastando, con sus hermosas crines brillando en el sol. ¡Como disfrutamos de la vista de estos hermosos y majestuosos animales! Ya la tarde estaba cayendo, así que no avistamos a ningún cuidador cerca del camino por donde íbamos. De pronto, de entre unas colinas muy lejanas, vimos a un par de perros lobos salvajes, que sigilosamente se fueron acercando hacia nosotros. Venían gruñendo y enseñando sus dientes, mientras la saliva corría por sus bocas. Mi esposo y yo de inmediato supimos que corríamos peligro, pero, ¿Qué hacer? Estábamos completamente solos. El miedo nos congeló literalmente y, cerrando los ojos, comencé a rogarle a Dios que enviara a sus ángeles a salvarnos, como siempre lo había hecho. De pronto sentimos movimiento en los pastizales, donde se encontraban los caballos, y sin dar crédito a nuestros ojos, aquellos animales tomaron impulso, y corriendo, saltaron la valla, y se posicionaron los 10 detrás de nosotros, como si fueran una especie de guardaespaldas. Aquellos lobos comenzaron a llorar de temor, y echaron a correr, despareciendo por donde habían venido. Después de que aquellos perros salvajes desaparecieran, los caballos volvieron a saltar la valla, y siguieron pastando, como si nada hubiera ocurrido. Las lágrimas corrían por mi rostro, me volví hacia Ray y le dije: “Y bien, ¿Qué opinas de la existencia de los ángeles?”; “Lo sé, me dijo atónito, lo acabó de presenciar con mis propios ojos”. Joan Byrd
Esta historia verídica nos confirma que nunca estaremos solos, y siempre encontraremos una salida, en la forma en la que menos pensemos. Un ángel puede presentarse como una persona, o como un animal, como acabamos de leer. Lo importante de todo esto es que nunca debemos dejar de creer, sin importar cuán inminente parezca nuestro fin, nunca dejemos de creer. Recuerda que quien no se da por vencido ya es un ganador. Así que mira hacia el futuro con esperanza, pues aún te esperan bendiciones que recoger. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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