El Milagro de la Amistad
Mi historia ocurrió en 1943 cuando tenía 13 años de
edad. No teníamos mucho, por lo que al crecer, mi papá laboraba en una gran
cantidad de puestos de trabajo. Nunca nos faltó qué comer, pero nuestra vida
estaba llena de sacrificios. Y de repente comenzó la Segunda Guerra Mundial.
Papá se enlistó, razón por la cual, mi madre tuvo que ir a trabajar en la
planta de la defensa local, en el área del embalaje de piezas destinadas para
aquellos que estaban luchando en el extranjero. Como quedé sola en casa, aprendí
a cocinar y ayudar en los quehaceres. Yo me encargaba de todo en el hogar,
mientras mamá trabajaba duro en aquella fábrica. Recuerdo que cada noche
llegaba exhausta, comía y enseguida se
dormía. Se acercaba la Navidad, y era el primer año que papá no estaría con
nosotras, así que me preguntaba que haríamos para esas fechas con tanta
escasez, y además me parecía que no teníamos
que celebrar, ya que mi madre y yo estábamos solas. Sus parientes vivían
en las cercanías de Greenville, Illinois, pero, debido a la guerra, la gasolina
se racionaba, y no teníamos suficiente para llegar allí y volver. Me sentía muy
triste y desanimada. Entonces sucedió algo que nunca olvidaré. Nuestros vecinos,
que vivían a la vuelta de la esquina, nos invitaron para la víspera de Navidad,
a pesar de que ellos también se vieron afectados por la guerra. Tenían cinco
hijos y dos de ellos estaban de servicio. No tenían mucho para gastar. Más, sin
embargo, cuando llegamos a casa de nuestros amigos y nos reunimos alrededor del árbol, estaban
colocados dos regalos extra, como si hubieran aparecido de la nada. Unas
hermosas tarjetas navideñas para mamá y un conjunto de pañuelos bordados de encaje
para mí. Nunca pasó por mi mente que
recibiría un regalo tan especial esa navidad en particular. Para mí fue como un
milagro. Me sentía bienaventurada. Usé esos pañuelos durante muchos años, hasta
que se desgastaron por completo. Cada
vez que los usaba, recordaba aquella Navidad de 1943. Aprendí el verdadero
significado de aquellas fiestas. No teníamos mucho en aquel entonces. Pero
teníamos amigos. ¿Qué mejor milagro se puede pedir? Jeanette Hammel
Esta hermosa y significativa historia nos dice, que
la Navidad es mucho más que adornos, o una comida elegante, o una gran cantidad
de regalos costosos. La Navidad es la acción de compartir el amor, la
solidaridad, la hermandad con quienes tenemos a nuestro lado y con quienes nos
rodean. Ésta época no se refiere a cuánto tenemos, sino a quien tenemos. No
importa el problema o la aflicción que estés viviendo en estos momentos, si
tienes seres que te aman, o algún amigo(a) especial, o un vecino, con quien
compartir el momento glorioso del nacimiento de Jesús, entonces eres afortunado.
No te desanimes si las cosas no han salido bien para ti este año, tienes vida y
una familia y amigos que te aman, y eso es algo que no tiene precio. No pierdas
la esperanza, pues tal vez hoy esté lloviendo, pero mañana puede que salga el
sol para ti. Alégrate y festeja con fe los logros venideros. ¡Que Dios te
regale una Feliz Navidad! Any Aular
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