El Milagro De Homero

Homero, un pequeño y travieso terrier de 6 meses de edad había llegado a nuestras vidas, y lo había cambiado todo, el corazón y la casa, ja ja ja ja… Estábamos felices. Se acercaba el día de acción de gracias, y sabíamos que nuestros sobrinos y sobrinas disfrutarían jugando con nuestro pequeño terrier blanco. Y así fue, llegó el gran día y todos nos llenamos de la alegría con nuestro pequeño amiguito. Pero entre todo el bullicio, y con los niños saliendo y entrando, Homero desapareció, y no lo vimos mas. Todos nos entristecimos, después de dar varias vueltas a las manzanas sin encontrarlo. A medida que avanzaba la noche, el frío alcanzaba temperaturas muy bajas. Lo que hicimos fue colocar letreros de Homero con su foto y nuestros números de teléfono, explicando que se había perdido. Acostumbrábamos ir a la iglesia con frecuencia, pero nunca lo habíamos llevado con nosotros, por lo travieso que aún era. Pedíamos a Dios por un milagro. A veces nos sentábamos a pensar en la multitud de peligros que en la zona podía enfrentar. Podía ser devorado por algún animal salvaje, o moriría de hambre o de frío, o atropellado por un auto en la carretera. Toda nuestra familia colaboró en la búsqueda. Durante seis semanas, Tony y Verónica Peña, colocaron carteles en los diferentes portales de esta área del estado, y se dedicaron a llamar a vecinos y refugios. Pero Homero, ahora con un poquito más de seis meses de edad no aparecía por ningún lado. Después de otra llamada sin éxito a un refugio, Tony y Verónica, decidieron poner fin a la búsqueda. Pidiendo a Dios su consuelo, se propusieron pensar que tal vez Homero, había encontrado una nueva familia que lo amara tanto o más que ellos. Entonces sonó el teléfono. Era uno de sus vecinos. Su nieta creía haber visto a Homero. “¿Pero dónde?”, exclamó Tony, Parado frente a la puerta de la iglesia que ellos solían frecuentar. El vecino explicó, que durante siete noches seguidas, el perrito se había parado en la puerta cada noche y con su patita la tocaba, como si esperaba que le abrieran. Varias veces lo alejaron del sitio, pero seguía volviendo al sitio. Finalmente una de las familias de la iglesia se lo llevó a casa, pero seguía escapándose. Un día después del domingo en el que Tony y Verónica decidieron parar la búsqueda, recibieron una llamada del pastor y su familia, para que fueran a la iglesia. Y allí fueron recibidos en la puerta, por un cachorrito muy emocionado. “La mujer que lo encontró una vez más en la puerta, nos dijo que cuando Homero entró, se levantó en los bancos, como si estuviera buscando algo. Esa iglesia está a muchos kilómetros de donde vivimos y nunca lo habíamos llevado con nosotros. Eso es un milagro y una respuesta a la oración.
No hay nada tan pequeño, que Dios no tome en cuenta. Para Él somos importantes, y lo que a nosotros nos importa a Él también. Este nuevo año no olvidemos esta historia y llevémosla en nuestro corazón, y que la esperanza que hay en ella llene nuestros corazones durante todo el año 2016. ¡Feliz 2016 para todos!        Any Aular

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