El lenguaje del amor
Mi marido, Robert y yo, ya teníamos tres hijos,
cuando di a luz a Zak. Cuando el Dr. le hizo sus primeras pruebas de audición,
no nos preocupamos. El doctor dijo que tal vez había líquido en el oído, y que
en tres meses lo lleváramos a un especialista. A los tres meses de edad, lo
llevamos al hospital de niños para la prueba. El audiólogo realizó el examen, y
dijo, “No hay duda acerca de los resultados". Finalmente le pregunté,
"¿Qué significa eso?". "Zak es sordo", dijo. “No podemos
operar, pero usted tiene opciones. Cuando tenga la edad suficiente, Zak puede
aprender a escuchar a través de los implantes cocleares. Y puede aprender el
lenguaje de signos". Yo no paraba de llorar. Robert dijo, "Todo irá
bien. Vamos a salir de esto. Dios tiene planes para Zak". Llamé a la
maestra y terapeuta infantil de nuestra pequeña ciudad, Diane. Ella llegó para
ayudarnos a Zak y a mí a aprender el lenguaje de signos. A pesar del dominio de
Diane, lloraba durante casi todo el tiempo que ella estaba allí."La madre
es el primer y mejor maestro para un niño sordo," dijo. "Pero eso no
significa que usted debe tomar toda la carga. Se necesita una red de apoyo. ¿A
quién tienes cerca? “A toda mi familia”, dije, “pero todo el mundo trabaja a
tiempo completo”. Diane me dijo que lo pensara, pues era necesaria la
participación de todos. Así que lo planteé a mi familia, y todos se
comprometieron sin pensarlo. Comenzamos con un programa de lenguaje de señas
libre. Las clases eran durante ocho semanas. Empezamos con el alfabeto, y luego
practicábamos juntos en la casa. Todos estaban aprendiendo, pero no Zak."Sé
paciente", dijo Diane. Nadie en nuestra familia quería perderse una
sesión. Así que nos reuníamos en nuestra casa también. De repente Zak comenzó a
hacer las señas de las letras. Dios realmente nos estaba ayudando. Gracias a la unión y amor de mi familia, Zak
ha progresado rápidamente. Milagrosamente comenzó a hacer señas por su cuenta a
los ocho meses de edad. Estaba equipado con implantes cocleares a los 19 meses,
y hoy es un niño feliz y activo de siete años. El amor todo lo hace posible.
Ésta conmovedora historia nos dice que el amor todo lo
puede, todo lo cambia. Que si nos ponemos de acuerdo y nos enfocamos en un
objetivo, todo es posible, pues Dios bendice a la gente que está unida y que no
se da por vencida. No te quedes solo en medio de tu tempestad, busca apoyo, en
tu familia, vecinos o amigos, y lograrás la victoria. Ánimo, no te detengas y
verás maravillas. ¡Que Dios te de un Feliz Día!
Any Aular
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