Haz todas las cosas con amor
El Sr. Patton es el conserje de una escuela
preescolar. El es el primero en llegar, y se dedica a limpiar y pulir pisos, salones,
baños…a mantenerlo todo en orden. Esto lo hace a diario, y siempre con una
sonrisa en su rostro. Nunca se queja, siempre está bromeando con todos; y
cuando ves el recinto, notas que hace un
excelente trabajo. Pero no sólo es el trabajo lo que lo hace excepcional, sino
su actitud y trato hacia todas las personas de la escuela, y en especial hacia
los niños. Cuando los niños van entrando a la escuela, de inmediato corren a
saludar y a abrazar a su querido Sr. Patton. Éste hombre conoce el nombre de
todos los niños que allí estudian, y en los ratos libres, en lugar de
descansar, se une con ellos a jugar durante el tiempo del recreo. Él les brinda
cariño y los escucha. Y cuando el recreo termina, continúa con su faena. Un día
recibió un llamado de emergencia donde la directora le decía que había una
inundación en el gimnasio. Por supuesto, el Sr. Patton tomó todos los
implementos necesarios y corrió lo más rápido que pudo, pero al abrir la
puerta, quedo boquiabierto. En vista del excelente trabajo del Sr. Patton, la
directora del colegio lo había postulado ante una gran empresa fabricante de
productos de limpieza que premiaba casos como éste, y ellos le regalaron un
cheque por 1000 dólares. No había ninguna inundación, sino un merecido homenaje
a quien siempre les servía con amor. Todos los niños del preescolar habían
escrito cartas de amor y agradecimiento y llevaron tortas y comida y prepararon
un cartel que decía: Lo amamos Sr. Patton. Una niña habló en nombre de todos
los demás de lo importante que él era para ellos y a continuación le entregaron
el cheque. Él no podía dejar de llorar y dijo que siempre recordaría ese día: “Me hicieron llorar y sentir bien. Ahora
puedo ir a casa pensando que mi trabajo si es importante. Esto es amor”.
Esta historia real nos dice cuán importante es hacer
nuestra labor con entusiasmo, cualquiera que sea ésta. Porque el conserje no es
menos que un arquitecto, o un ingeniero, siempre y cuando ese conserje dé lo
mejor de sí y lo haga todo con amor. Un título no dice nada, sino nuestra
actitud. El título no nos hace buenos profesionales, sino el cómo tratamos a
las personas. Dios dice que para él, el mayor de todos es el que sirve a los
demás, pues es el más necesario. Así que a cambiar de actitud todos nosotros, y
nuestro alrededor cambiará. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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