Milagro de acción de gracias

Una semana antes del día de acción de gracias, mi hermana Toni dio a luz a un hermoso niño al que llamaron Bradley. Yo había planeado como regalo, comprar una biblia infantil en color blanco, con su nombre grabado en letras doradas. Pero Bradley había nacido con un defecto en el corazón que debía ser corregido lo más rápido posible. La cirugía fue programada para el día anterior a la celebración de Acción de gracias. Los doctores decían que era difícil que sobreviviera. No podíamos creerlo. Mamá y yo decidimos ir para estar con ellos. Mientras empacaba, le dije a Dios, “Dime por favor qué puedo hacer para ayudar. Danos una señal de que Bradley va a vivir”. En ese instante cruzó por mi mente que debía comprar la biblia infantil. Descarté el pensamiento, pues si mi sobrinito moría, entonces esa Biblia tan solo entristecería a mi hermana. Más tarde, en mi cuarto, escuché una voz fuerte que me dijo: “Compra la Biblia y graba su nombre”. Salí inmediatamente y compré la Biblia, tal y como lo había planeado, y pensé, que Dios no me guiaría a hacerlo, a menos que el bebé se fuera a salvar. El día de la cirugía, ya en el Hospital, me senté al lado de Toni y le entregué el regalo envuelto. Ella lo destapó y de inmediato comenzó a llorar, y recuerdo que le dije que todo iba a estar bien. Unos minutos después comenzaron a operar. Juntos pedimos un milagro. Unas horas más tarde, salió el cirujano y nos dijo que en medio de la cirugía Bradley comenzó a perder mucha sangre, por lo que tuvieron que parar, y aún seguía perdiendo sangre. El doctor necesitaba terminar el procedimiento al día siguiente, pero dijo que no creía que el bebé viviría. Juntos continuamos pidiendo un milagro. En la noche apareció en la habitación, y con una cara de sorpresa nos dijo: “Hace horas Bradley dejó de perder sangre y hemos revisado su corazón y está completamente normal. No será necesario operar otra vez, y no sabemos cómo lo logró”. La alegría nos inundó a todos al punto de las lágrimas. Hoy en día, Bradley tiene 30 años, y es un joven saludable y feliz. Y en cada día de Acción de gracias lleva aquella Biblia infantil blanca, y nos dice: “Siempre hay algo por lo cual estar agradecidos, y yo siempre lo estaré”.                             Tal vez estés viviendo una situación muy difícil y pienses que ya no queda nada por hacer. Pues ésta experiencia nos dice que nunca es demasiado tarde, y que aún cuando la oscuridad se cierna sobre nosotros, todavía podemos contar con que veremos la luz, si acudimos a Dios. Habla con Él, y abrirá para ti un camino, en donde no existía ninguno. Como alguien me dijo: “…No abandones el barco si aún no se ha hundido”. Ánimo, sigue y no desmayes. ¡Que Dios te de un Feliz Día!   Any Aular

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