La Llamada
Era ya muy tarde, y Rebeca se disponía a dormir, cuando
de repente escuchó que alguien llamaba, con insistencia, a su puerta. Ella se
sorprendió, pues la hora era muy avanzada. ¿Quien podría ser? Al abrir la
puerta se encontró con una ancianita. Claramente perturbada, aquella señora le pidió
que por favor llamara a alguien llamado Allan. "Por favor llama a
Allan", decía una y otra vez. "¿Y quien es Allan?", pregunto
Rebeca, a lo que la señora respondió: "Allan es mi yerno". Rebeca
la hizo pasar, mas aquella señora insistía en su petición, una y otra vez. La llevo
a la sala y la hizo sentar, pues quería tratar de calmarla, pero la abuelita se
mostraba más inquieta pidiendo que llamara a Allan. Le trajo un vaso con agua fría,
pero tampoco resultó. La ancianita estaba muy asustada. Finalmente Rebeca
pregunto cuál era el apellido de Allan, y la señora le dijo Allan Sander.
Rebeca se sorprendió, pues Allan Sander era el jefe de la compañía para la cual
ella trabajaba. Así que de inmediato buscó en su agenda el directorio de la
empresa, y encontró el teléfono directo de Allan. Llamó y dijo: Buenas noches
Sr. Allan, le habla una empleada de su compañía. Sé que esto le parecerá muy
extraño, pero aquí en mi sala esta una ancianita preguntando por usted. Al
decir esto Allan suspiró de alivio, y le dijo a Rebeca que ella era la
respuesta a sus oraciones, ya que su suegra sufría de Alzheimer, y llevaba
varias horas perdida. Tan rápido como pudo, Allan se trasladó a la casa de
Rebeca, y le dio las gracias por haberla recibido a pesar de la hora. Allan le
explico, que ellos vivían como a dos kilómetros de allí, y que al perderse,
todos en la familia habían estado buscándola y pidiendo a Dios que la
protegiera. Para ellos era increíble, que de todas las casas, hubiese llegado a
la de Rebeca, que “casualmente” trabajaba para él. Claramente el amor de Dios había
guiado y protegido a su suegra. Un verdadero milagro.
Esta
conmovedora historia nos dice que somos importantes para Dios, y que si
acudimos a Él, no importa cuán difícil o complicada sea la situación, Su AMOR
nos guiará, y hallaremos la salida. Tal vez en este instante, te sientas
perdido, sin rumbo. Tal vez creas que no cuentas con nadie. Piensa, entonces,
en esta bella experiencia y haz tu llamada. Habla con Dios, y Él te recogerá,
te levantará, te restaurará, y te dará un nuevo camino lleno de esperanzas y
nuevos sueños. Así que anímate y no te rindas. ¡Que Dios te de un Feliz Día!
Any Aular
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