El campo de maíz que Dios regó

La oración de un granjero pidiendo la lluvia fue contestada de la manera más misteriosa. Dios puso su firma en la cosecha de maíz de un hombre sencillo y bondadoso, llamado Roger H. Geisbert. Su sobrino, Paul Geisbert, siempre cuenta la historia, y nunca falta alguien que lo mire con incredulidad. Este tío,  tenía una pequeña granja en el condado de Frederick, Maryland. En 1964,  con 76 años cumplidos, una feroz sequía mató sus cosechas de heno, cebada y trigo. Estaba desesperado por salvar el maíz para poder alimentar a su pequeño rebaño de ganado vacuno de raza pura. Los tallos de maíz estaban secándose, y cuando lo vio, el tío Roger se arrodilló allí mismo en el campo de maíz y pidió a Dios que enviara la lluvia. Cuando terminó de orar, dijo: "Ahora, Dios, por favor,  muéstrame que has oído mi oración." Luego se levantó y caminó hacia la casa. Antes de llegar al porche, una maravillosa lluvia refrescante comenzó a caer de un cielo casi sin nubes, y siguió al día siguiente, lo suficiente como para salvar todas las espigas de maíz. El tío Roger se arrodilló y agradeció a Dios por haber respondido a su petición. Pero aquí no acaba la historia. La cosecha del tío Roger maduró muy bien. Fue a cortarlo y  cuando estaba terminando de echar todas las mazorcas en una enorme pila, notó algo sorprendente, que brillaba entre toda la cosecha que tenía al frente. Estupefacto, lo tomó entre sus manos y entendió que esa era la señal que Dios le estaba dando para decirle que cuidaba de él y sus cosechas. Era una hermosa mazorca de maíz, todos los granos eran de oro a excepción de los plateados que forman, hasta el día de hoy, una cruz perfecta. Esta mazorca sigue en la casa paterna hasta el día de hoy, debidamente enmarcada, y nos recuerda a todos que el amor de Dios es infinitamente más grande de lo que imaginamos. Nos dice a todos que no debemos temer, tan solo debemos hablar con nuestro Creador, y Él se hará cargo. No dejes que el temor asedie tu vida y te disminuya. No permitas que tus problemas te definan. Sin importar lo que estés pasando, sin importar si todos tus planes están sufriendo una “enorme sequía”, recurre a Dios y Él te sostendrá. Él no abandona a todo aquel que no se da por vencido. Lucha, no desmayes, no te rindas, y verás el “oro brillar en medio de tu cosecha”. ¡Que Dios te de un Feliz Día!          Any Aular

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