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Mostrando entradas de abril, 2012

UNA TAZA DE CAFE

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En febrero de 1960 me reuní con tres amigos míos en la biblioteca de la Universidad y luego caminamos juntos un kilómetro y medio hasta un supermercado. Permanecimos en silencio durante todo el trayecto, con los nervios crispados. Yo sabía que ese día lo podría terminar dentro de un ataúd. En esa época, en el sur de los Estados Unidos, a los afroamericanos no se nos permitía comer con las personas de raza blanca , pero mis amigos y yo habíamos acordado sentarnos a la barra de la cafetería para gente blanca y pedir algo para comer y tomar, queríamos lograr un cambio, y eso fue lo que hicimos. Hubo un silencio inmediato. Todos los ojos estaban clavados en nosotros. De nuevo, le pedimos a la camarera café y unas porciones de torta. - Lo siento, no los puedo atender -contestó muy seria. - ¿Por qué?- le preguntamos. -Es la costumbre- dijo ella. Habíamos decidido ser muy educados. Lo que queríamos era señalarles a esas personas que debían cambiar de actitud, de manera que seguimos sent

PENSAMIENTOS

-Si podemos negarnos algo para ayudar a los demas, cuando menos lo esperemos Dios nos lo devolverá multiplicado. -No hay Luz mayor que la que emiten nuestras buenas acciones. Iluminemos Hoy cada Senda, cada Vida. Demos lo mejor. -De minúsculas semillas crecen árboles gigantes y de personas humildes  se levantan grandes obras. La humildad es la clave. -La disciplina es la fe traducida en una acción inteligente y constante. Es la base principal de todo gran logro del Hombre. -Todo el que espera un nuevo amanecer, un nuevo horizonte, una nueva oportunidad y camina con Dios recibirá su bendición. -Todo aquel que confia y espera en el Señor vera sus frutos florecer, y obtendrá su recompensa. -Podemos hacer del día que comienza algo mejor: solo revisemos lo que debemos mejorar y emprendamos la tarea. -Hay momentos en que algunos piensan que todo se acabo y no hay nada que hacer. Pero para los que creen siempre hay una nueva oportunidad -Para sanar una herida hay que dejar de tocarla. Dejemo

SUPERAR EL DOLOR

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Me diagnosticaron artritis reumatoide a los 11 años. Me crié en Conway, Carolina del Sur, y fui una chica atlética. Era miembro de los equipos de softball y básquet, y jugaba fútbol americano con los chicos del barrio. Una tarde mi hermano me tiró al suelo en el jardín, y sentí que algo se me rompía. Una hora después traté de levantarme de una silla, y no me pude mover. Ese fin de semana se me inflamaron las articulaciones, y no podía deglutir. Me llevaron al hospital. Tardaron casi seis meses en diagnosticarme artritis reumatoide. Tuve que tomar fármacos y someterme a fisioterapia para poder caminar otra vez, pero tenía las articulaciones tan dañadas que no podía correr como antes. Mi papá era un buen golfista. Un día me propuso ir a jugar. Me llevó al campo y me sentó en un carrito. Verlo jugar me hizo querer intentarlo. Luego de un rato, traté de hacer algunos golpes cortos al hoyo. No fue nada fácil al principio, por el dolor en las manos. Cada vez que le pegaba a la pelota,

OTRA VEZ DE PIE

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Perdí las piernas en un accidente, pero eso no me detuvo. “Después de esto me acostaron en la parte trasera de un camión, y vi que mis piernas eran un desastre. Me amputaron ambas piernas por arriba de las rodillas, y luego me trasladaron en avión al hospital. Antes de este evento era un buen corredor, pero ahora no sabía si volvería a caminar. Al cabo de varios meses de fisioterapia, me colocaron unas prótesis, pero me costaba mucho trabajo usarlas por las dificultades de equilibrio y marcha. Después de cinco meses en el hospital, una institución que se ocupa de discapacitados organizó una clínica de deportes de invierno. Durante la clínica me enseñaron a usar un mono esquí. Esquiar fue lo primero que me devolvió las piernas. Subí a la montaña en telesquí y me divertí muchísimo. Cuatro meses después, cuando volví a casa, reanudé la fisioterapia. En el verano de 2004, en un evento de recaudación de fondos, recorrí 65 kilómetros en una bicicleta accionada a mano. Lo disfruté tant

DI ORO POR HIERRO

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En aquellos días en que se desato una cruenta guerra contra su reino, el rey   encontró que su nación estaba sumida en una profunda crisis económica, sus arcas estaban vacías y reinaba una gran frustración en el pueblo. El entendía que sería una ardua tarea   intentar reconstruirla. Sin embargo rehusó rendirse a sus enemigos. Después de pensarlo profundamente, pidió a todas las mujeres de su reino   que trajesen su oro y su plata para ser fundidos y utilizados en la adquisición de las cosas que tan desesperadamente necesitaba la nación. Al traer cada mujer sus joyas, se le daba un “adorno” de bronce o hierro como símbolo de gratitud del rey. En el adorno estaba grabado: “Di oro por hierro″. La respuesta fue abrumadora. ¡Las mujeres llegaron a valorarlo más que sus antiguas alhajas! Estos adornos eran la prueba de que se habían sacrificado por su rey, y a favor del   pueblo. Es más se volvió altamente fuera de moda usar alhajas en aquella nación, pero muy de moda usar aquel emblema. El