EL NIÑO Y EL CABALLITO
Un padre llevó a su hijito a dar un largo paseo por el
bosque y como era pequeño, le llevaba sobre sus hombros a ratos. Luego le puso
en el suelo y le dijo que tendría que caminar hasta la casa. Poco después el
pequeño comenzó a llorar porque estaba muy cansado, demasiado cansado para dar
un paso más. El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla
mientras el niño observaba. Al terminar, dijo: “Mira, hijo, te presento a tu
propio caballito para que te lleve a casa.” Encantado, el niño se montó sobre su
caballito y felizmente llegó a su casa. Y en casa dio vueltas por todo el jardín
hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido. El caballito le quitó
el cansancio, el caballito lo animó y lo ayudó. El caballito lo cambió todo y lo
llevó a casa con bien.
Muchas veces, en el camino que nos toca transitar,
nos llegamos a sentir cansados y sin aliento… Llegamos a un punto en el que
pensamos que no podremos sobrellevar la carga que tenemos delante. Pero Dios nos
ha rodeado de personas y circunstancias a las cuales utiliza como caballitos que
nos ayudan a seguir y a no desmayar. Una palabra de ánimo, una sonrisa, un
abrazo, una idea diferente para solucionar un problema…, pueden significar un
cambio positivo para nosotros. Recuerda que en el camino por el bosque
Dios permanece a tu lado. A veces te lleva sobre sus hombros, pero a veces
considera que es importante que camines por ti mismo… y cuando el cansancio te
agobie El, amorosamente, cortará una ramita y te hará un caballito que te
animará y ayudará, y te inyectará nuevas fuerzas para avanzar y vencer. ¡Que
Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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