EL SECRETO DEL REY

Cuentan que un rey muy rico, tenía fama de ser indiferente a las innumerables riquezas materiales que poseía, y era además un hombre muy espiritual. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban el palacio. Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigían, el hombre preguntó: “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?” El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero la condición es que debes llevar una vela encendida, pero si esta se apaga, te decapitaré”. Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?” El hombre respondió: “No pude ver nada, pues sólo me preocupé de que la llama no se apagara”. El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, de evitar que esta se me apague al aferrarme a lo vano y a lo temporal, que para mi estas riquezas no son lo más importante”.
El secreto de nuestra verdadera felicidad no reside en todo lo que vemos y poseemos, consiste en los tesoros que no se ven con los ojos, que están en el corazón, y que nos ayudan a disfrutar la vida que nos ha sido dada. La paz interior, por ejemplo, es muy difícil encontrarla en estos días, y nada la puede comprar, sólo la podemos cultivar y hacer crecer dentro de nosotros. La paz es uno de los tesoros más grandes que existe, pues la paz trae salud; la salud, felicidad y la felicidad nos hace sentir conformes y satisfechos con lo que tenemos; pues la felicidad viene de adentro y no de afuera. Así también  están el amor, el perdón, la comprensión, la tolerancia, la esperanza, la paciencia… y todas las virtudes que debemos cultivar para conservar la armonía interior en medio de los problemas y tendencias que se manifiestan en medio de la sociedad y del mundo en el cual vivimos. Así que sin importar lo que tengas o no, no dejes que la llama que vive en ti se apague, pues de ella depende tu vida. ¡Que Dios te de un Feliz Día!   Any Aular

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