Siempre Podemos Dar
Era el año 1933, y
ya habíamos entrado en la llamada Gran Depresión en los Estados Unidos. Me
habían despedido de mi trabajo de media jornada y ya no podía colaborar con los
gastos de la familia.
Nuestra única entrada era lo que podía conseguir mamá
cosiendo vestidos para los demás. Mamá cayó enferma durante algunas semanas y
le fue imposible trabajar. La compañía eléctrica nos cortó la luz cuando no
pudimos pagar la cuenta.
Luego la compañía de gas nos cortó el gas. Sucedió lo mismo
con el agua corriente, pero el Ministerio de Salud los obligó a conectarla de
nuevo por razones de higiene. La alacena estaba vacía. Por fortuna, teníamos
una pequeña huerta de hortalizas y podíamos cocinarlas haciendo una hoguera en
el patio de atrás. Un día mi hermana menor regresó de la escuela y dijo como al
pasar:
-Mañana debemos
llevar algo a la escuela para dar a los pobres.
Mamá comenzó a
gritar: “¡No conozco a nadie más pobre que nosotros!”. Pero su madre, quien por
aquella época vivía con nosotros, le sugirió que no se expresara de esa manera,
diciéndole: –Eva, si le transmites a esa niña la idea de que es pobre, lo será
por el resto de su vida. Queda un frasco de la mermelada que hicimos. Puede
llevárselo a la escuela.
La abuela encontró un pliego de papel de seda y un poco de cinta rosada con los que
envolvió nuestro último frasco de mermelada, y mi hermana salió al otro día
para la escuela llevando orgullosamente su “regalo para los pobres”.
Las cosas
mejoraron, pero lo más importante es que desde entonces, si surgía algún
problema en la comunidad, mi hermana suponía naturalmente que ella debía ser
parte de la solución. Edgar
Bledsoe
No importa cuán
oscuras e inciertas sean nuestras circunstancias, siempre habrá un rayo de luz
que nos pueda iluminar. No importa cuán mal nos sintamos, siempre tendremos
algo que dar. Como seres humanos estamos dotados por Dios para transmitir algo
hermoso, para tender una mano, sin importar cuan penoso sea lo que vivamos.
Puede que nos sintamos al borde, pero “los frascos” del amor, la bondad, el
compañerismo, la comprensión, la compasión… nunca se acabaran. Apartemos, por
un momento, nuestros ojos de nuestros problemas y miremos a los demás, démosle
una mano y seremos más felices. Ayudemos hoy y el Buen Padre que está en los
Cielos nos bendecirá. ¡Que Dios te dé un
Feliz Día! Any Aular
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