El Árbol Triste

Ésta historia ocurrió en un bosquecillo que yo conocía muy bien, porque cuando era pequeña, iba a jugar allí con mis amigos.  En aquel bosque había árboles de muchos tipos. Era muy divertido porque, además de jugar, cuando teníamos hambre, comíamos de los frutos. Este era nuestro lugar preferido donde pasábamos nuestras horas libres. Por esa razón, recuerdo muy bien la historia del árbol triste: Era un árbol raro. En todo el bosque, sólo había uno, y nadie sabía como se llamaba, ni de qué especie era.  Nunca habíamos visto que diera ningún fruto, ni tampoco ninguna flor. Sus hojas eran pequeñas, puntiagudas, y de un raro color.  A los niños no nos gustaba jugar cerca de aquel árbol, porque desprendía un olor desagradable. Ni siquiera los pájaros hacían sus nidos en él, ni las hormigas o las ardillas trepaban por sus ramas. Hasta las chicharras se alejaban de él.  Por eso, al pobre árbol, siempre se le veía triste. El pensaba que no servía para nada y siempre estaba melancólico. Todo el bosque se daba cuenta de su tristeza. Los demás árboles intentaban animarle, contándole cosas divertidas que les sucedían, pero no conseguían ayudarle. ¡A él nunca le pasaba nada! No entendía por qué había nacido. Solo sentía ganas de morirse. Pero un día, sucedió algo extraordinario: Vinieron al pueblo  unos científicos que se dedicaban a estudiar las plantas para hacer medicinas. Cuando vieron el árbol triste, se sorprendieron pues aquella especie, sólo nacía en lugares lejanos e inaccesibles. ¡Pero qué suerte que estuviera allí! Ellos nos dijeron que aquel olor tan repugnante que despedía, era debido a un aceite especial que el árbol fabricaba, el cual tenía propiedades milagrosas para curar muchas enfermedades. A partir de aquel día, el árbol fue cuidado como algo muy especial en el bosque. ¿Quien lo hubiese imaginado? A los niños, nos encantaba ver a los científicos como extraían el preciado líquido con sus instrumentos, y estábamos orgullosos de tener en nuestro bosque un árbol tan importante. Los demás árboles le miraban ahora con respeto y admiración. ¡Era estupendo tener un compañero tan especial! Nuestro árbol se convirtió en la estrella del bosque, y muchas personas venían al pueblo, solamente para conocerlo. Desde entonces, nuestro querido árbol dejó de estar triste. -¡Era cierto lo que le decían siempre sus compañeros!-. Ahora sabía que él era útil, y que todos tenemos algo importante que nos hace maravillosos y únicos.
Así como este árbol, nos hemos sentido la mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas. Este cuento tan sencillo nos habla de algo muy importante: El Porqué estamos aquí. Nada es coincidencia o casualidad, Dios lo maneja todo y sólo quiere ayudarnos a encontrar nuestro camino, porque sólo así seremos felices, y nos sentiremos plenos y realizados. Tan sólo no te rindas, sigue adelante, sigue buscando, y encontrarás tu misión en la vida. ¡Que Dios te de un Feliz Día!     Any Aular

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