¿Entrenada o Advertida?

Aquella mañana desperté de repente, con mi corazón latiendo rápidamente. ¡Qué pesadilla! Me vi en un turno de enfermería, cuidado de mi hermano de seis años de edad,  Bill.  Vi que tenía una traqueotomía, que es un tubo que se inserta quirúrgicamente en la garganta para ayudar a respirar. Tosía demasiado duro y el tubo salió disparado. Entré en pánico, y traté innumerables veces de volver a introducirlo, pero fallaba. Si no solucionaba el problema a tiempo, corría el peligro de que pudiera asfixiarse. Volví a acostarme y me quedé dormida nuevamente, y cuando abrí los ojos, por la tarde, la escena aterradora de aquel sueño seguía en mi mente. En esa temporada dormía durante el día y trabajaba en las noches como enfermera privada en Manhattan. Rápidamente me di cuenta de que mi pesadilla no tenía ningún sentido pues mi hermano menor estaba en perfecto estado de salud. Y yo no estaba capacitada para corregir estos errores, pues eso lo hace el médico. Me calmé y volví a dormir con más tranquilidad, pidiendo a Dios en mi corazón, que me ayudara a manejar cualquier situación de emergencia que se me pudiera presentar. Una noche, fui enviada al hospital Roosevelt en el centro de Manhattan para cuidar a un bebé. Entré en su habitación y me detuve en seco. El bebé tenía un tubo de traqueotomía. En mi interior dije: “Cálmate, Pat, Dios está contigo”. Los tubos rara vez se salían,  y nunca tan bruscamente como el de mi sueño. Entonces  inspeccioné el punto de inserción. Se había curado, lo que significa que estaba seguro. Cuando llegó el momento de cambiar los vendajes, me aseguré de hacerlo con un cuidado especial. Aún así, la memoria de mi pesadilla venía a mí y comencé a pedirle a Dios que me guiara. No quería que algo malo pasara ¿Qué cosa podía hacer si algo como lo que pasó en mi sueño sucedía? Miré alrededor y me fijé que cerca de allí había un tanque de oxígeno. Pensé: “Se puede usar en caso de emergencia”. Llegó el segundo turno de cambiar las vendas del bebé. Procedí con cuidado. De repente, tosió, y luego volvió a toser violentamente. ¡Y el tubo salió, exactamente como en mi sueño! Sin pensarlo dos veces, fui directamente al tanque de oxígeno, abrí la llave y tomé el tubo que tenía, lo inserté en la garganta del bebé para que pudiera respirar, y le pedí a las enfermeras que llamaran a un médico. El médico vino inmediatamente y restauró la traqueotomía. "Usted ha sido bien entrenada", dijo". “¿Bien entrenada?¿ O bien advertida?”, pensé. Doy gracias a Dios pues reconozco que nos habla de diferentes maneras para ayudarnos. No hay nada que temer, pues no estamos solos. Pat Miller
Que historia tan impresionante, y nos pone a todos a pensar en cuán misteriosas son las formas que Dios usa para hablar con nosotros y librarnos del mal. Dejemos de pensar que estamos solos, pues hay un Padre Celestial en los cielos que cuida de nuestras vidas. Si es cierto que a veces las adversidades nos agobian, pero no dejemos que estas nublen nuestra vida y nos arrebaten la esperanza. Confiemos en Dios y estaremos seguros. ¡Que Dios te de un Feliz Día!                                 Any Aular

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA NIÑA, LA PIEDRA Y EL CABALLO

La niña, la piedra y el caballo

EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS