Latidos De Despedida

Mi mamá tuvo su primer ataque al corazón en 1968, cuando tenía yo tenía apenas 12 años. Su ventrículo izquierdo fue dañado, y el líquido tendía a acumularse en sus pulmones. Así que de vez en cuando,  pasaba un par de días en el hospital.  Pudo decir que crecí viendo monitores cardíacos. Años más tarde, cuando tenía 36, ​​mamá terminó en el hospital de nuevo, como de costumbre. Sólo, que no estaba teniendo su insuficiencia cardíaca congestiva normal. En esta oportunidad comenzó a presentar una arritmia grave. Me senté en su habitación del hospital, una vez más pegada al monitor de su corazón. Pero esta vez, sin embargo, no había esperanza, su corazón era un desastre. Los médicos intentaron todo, pero nada funcionó. Finalmente, llegó el momento de decir adiós. Me quedé con ella durante dos horas, cantando "Amazing Grace (Asombrosa gracia)" una y otra y otra vez mientras su corazón disminuía un poco cada vez más. Esta canción habla sobre el amor de Dios que nos sostiene. Lo notable de esas dos horas es que en verdad sentí una presencia increíble con nosotros. Era palpable, y reconfortante, y llenó la habitación por completo con el amor de Dios. Me sentí como si pudiera verlo. Comencé a notar un resplandor que era más caliente que las luces de la habitación, que en ese momento estaban apagadas. Durante esas dos horas, mientras cantaba, sentí que mamá y yo estábamos en la puerta del cielo. La puerta estaba abierta, y la luz y el amor que fluía a través de lo que sentía, me consolaron y enriquecieron de una manera que no había pensado posible en este mundo. Al final, los latidos del corazón de mamá se volvieron erráticos y lentos hasta que se detuvo. No había nada más que la clásica "línea plana" en el monitor. Ella se fue. Besé su hombro y le dije que la amaba, que la iba a echar de menos a cada momento y pensar en ella todos los días, y que iba a verla pronto. Entonces sucedió algo que nunca voy a olvidar. El corazón de mamá empezó a latir de nuevo, de manera perfecta y fuerte, ¡Fueron seis o siete hermosos latidos! Entonces se detuvo nuevamente. Mi llanto fue de gozo por el milagro. Esa había sido la forma especial de mamá de despedirse por última vez. Dana Apple
La pérdida de un ser querido es, en verdad, una de las realidades más duras que enfrentamos. No importa cuántas veces nos preparen y nos enseñen desde niños que eso sucederá, simplemente, al llegar el momento, el dolor que se siente es tan grande que algunos creen que no van a sobrevivir a dicha experiencia. El mismo Jesús lloró, ante la tumba de su amigo Lázaro, aún a sabiendas de que minutos después lo resucitaría. Pero hay algo mucho más grande y fuerte que el dolor de la pérdida: El amor de Dios, y la certeza de que volveremos a vernos todos un gran día. Porque si hay una vida después de ésta, yo puedo dar fe de que así es, así como cientos de personas, alrededor del mundo, que hemos tenido una segunda oportunidad. Así que no pierdas la fe. Y si tus piernas no soportan el peso del dolor, aquí estamos, una gran familia que cree, para sostenerte y levantarte. ¡Que Dios haga brillar para ti un Bello Día!      Any Aular

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