Los libros nos salvaron
Mi familia y yo estábamos viajando a través de
Canadá, hacia Montreal, donde mi esposo había recibido una nueva oferta de
trabajo. Ray, había conseguido un carro lo suficientemente grande para guardar
todas nuestras pertenencias. Mientras que mi hijo de dos años y yo, tomamos el
coche familiar, un convertible, y llenamos los asientos de atrás con una enorme
paca de suplementos para hospitales, algunos enlatados y un montón de Biblias
que iban desde el piso hasta el techo, que no habían sido capaces de entrar en
la camioneta rentada. Era un pueblo pequeño al que nos dirigíamos, y nos
gustaba siempre ser parte de la comunidad, ayudando y colaborando con las
necesidades del sitio. Estábamos cruzando
Ontario, cuando de repente un camión que venía en sentido contrario viró
hacia nuestro carril. Giré el volante bruscamente, y los neumáticos se salieron de la carretera.
Nuestro carro de inmediato se volcó y comenzó a dar vueltas y vueltas sobre sí
mismo sin parar, hasta que por fin se detuvo. Cuando recobré el sentido, oí una
voz de hombre desde fuera de mi coche. "Aquí no hay nadie con vida",
dijo. Estaba completamente mareada, y cubierta con finas piezas de vidrio de
pies a cabeza. El marco metálico de nuestro vehículo me presionaba tan fuerte
la espalda, que me era difícil respirar. “¡John!”, grité presa del pánico, recuerdo
que lo alcancé por detrás de mí. "¿Estás bien, cariño?", "Sí,
mamá." Estiré el cuello hacia la ventana. "¡Estamos vivos, mi niño y
yo estamos bien, Por favor, ayúdennos!”.
Entonces lloré. Un hombre encontró una ventana rota, y a través de ella sacaron
a John. Algunos otros arrancaron la estructura metálica que me envolvía, y así
pude escapar. A excepción de algunos rasguños, raspaduras, cortes y
contusiones, estábamos bien. Un policía muy amable nos acompañó, ya que nos
llevaron en una ambulancia al hospital. Quedaron en llevarnos al depósito
municipal para recuperar nuestras pertenencias cuando estuviéramos listos.
Cuatro días más tarde fuimos al lugar. El agente de seguros se quedó sin
aliento cuando vio los restos del carro, al igual que yo. El policía, atónito,
dijo: "Estos descapotables no tienen refuerzos en las ventanas para
sostener el techo" dijo asombrado, “Nadie sobrevive a un accidente así en
un descapotable" “¿Entonces por qué no nos pasó nada?”, pregunté. Enseguida
mis ojos se volvieron hacia el asiento trasero. El techo se había quedado arriba
lo suficiente para que no nos aplastara, debido al apoyo de la pila de
implementos de ayuda y Biblias que ocupaban desde el piso al techo. Ellas
fueron la causa de que nuestra salvación.
Ramona Scarborough, Salem, Oregon, mayo de 2009.
Esta historia demuestra claramente, que todo lo que
hagamos por otros, nos será recompensado de alguna u otra forma. Cambiemos
nuestra forma de vida y tratemos de ayudar a quienes nos rodean, nuestra
familia, nuestros vecinos, nuestra comunidad. No vivamos solo para nosotros
mismos. Nunca dejemos de hacer el bien, sin importar lo que otros piensen. Tú y
yo somos responsables de un mundo mejor. Ánimo y adelante. ¡Que Dios te de un
Feliz Día! Any Aular
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