Cuatro Meses
El otro
día fue el aniversario de la partida de una señora por muchos conocida y muy
querida. Al regresar de una de las decenas de
consultas médicas a las cuales se había sometido, ella dijo a sus familiares: - Pedí franqueza a la junta médica que me
examinó, y que no me ocultaran la verdad sobre mi estado de salud, pues sentía
que me restaba poco tiempo. Delante de los ojos ansiosos ella continuó: - Ellos
me revelaron que soy portadora de un mal incurable y que sólo me quedan
aproximadamente cuatro meses de vida. Una de las hijas rompiendo en llanto,
dijo: ¡Mamá nos cuenta eso con tanta naturalidad! La madre
continuó hablando con mucha serenidad: ahora dispongo de mucho tiempo para
hacer todo lo que yo debí haber emprendido hace mucho. Ordenaré todos mis
armarios, guardaré lo que realmente uso y el resto lo pondré afuera o lo daré a
quien lo precisa. Colocaré bellas cortinas en las ventanas. Trataré de no
inmiscuirme en la vida de otros. Todos los días quitaré el polvo de la casa y,
durante ese trabajo pensaré: Estoy librándome de las suciedades que guardé del
pasado. Evitaré contaminarme con noticias y alimentaré mi
espíritu con lecturas saludables, conversaciones amigables y no criticaré a más
nadie. Pensaré en aquéllos que me hirieron y con sinceridad los perdonaré. Todas
las mañanas al despertar me preguntaré:
¿Que puedo hacer para que este día sea inolvidable? Y haré de todo para transmitir felicidad a
aquellos que se aproximen a mí. Y cada
día que pase haré por lo menos una buena acción. Todos los que la oían, poco a poco se
retiraban de allí, yendo cada uno a un rincón para llorar a solas. La mujer
allí quedó, pero había en sus ojos un brillo de alegría. En solo cuatro meses
ella consiguió cumplir plenamente su cometido. Y lo más
curioso de la historia es que después de dar la noticia a sus familiares, ella
vivió 23 años más. Ella curó su propia alma y su molestia desapareció. Ella
murió feliz y muy anciana.
Vivamos cada día como si fuera el último, porque
tal vez no podamos cambiar las circunstancias pero nuestro corazón si.
Intentemos vivir de una manera diferente. No perdamos el ánimo ante la
adversidad, dejemos atrás lo que pasó y emprendamos un nuevo camino. Hagamos
hoy algo para cambiar nuestro entorno y no descansemos de hacer el bien a
quienes lo necesitan. Recuerda que tienes a tu disposición todo este día para
cambiar tu vida. Levántate y comienza de nuevo porque todavía tienes tiempo.
Recuerda que nunca es demasiado tarde y nunca seremos demasiado viejos, porque
Dios restaura al que lucha con todas las fuerzas que le quedan. ¡Que Dios te de
un Feliz Día! Any Aular
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