La Bala Que Lo Salvó
Hoy solo estoy vivo
porque me dispararon en la cabeza. La fuerza de la bala me golpeó de espaldas
en medio de una pradera en las montañas Ozark del suroeste de Missouri. El
aire era pesado, el mundo borroso a mi alrededor. La sangre fluyó por mi
frente. Una cara apareció en mi línea de visión. Mi cuñado Scott. Yo
había caído al suelo y Scott me dijo que me tranquilizara que iba a buscar
ayuda. Era el viernes de Acción de Gracias y mi familia y yo habíamos viajado
una hora desde la ciudad de Springfield al campo donde vivía mi hermana para
comer con ellos. En la ciudad trabajaba
como pastor y como profesor en una universidad cristiana, pero era una persona
que me había criado en el campo. Antes de la cena de Acción de Gracias mi
cuñado me pidió que lo acompañara en su camioneta a chequear las cercas del
ganado. Así fue que emprendimos la tarea. El conducía y nos bajábamos en cada
cerca para chequear que estuvieran cerradas. En una de esas oportunidades,
estábamos arreglando una cerca cuando escuchamos el disparo y yo sentí el impacto
en mi frente y caí. Pensamos que era una bala perdida de un cazador de ciervos.
Allí tirado en el piso pensaba si iba a lograr sobrevivir para criar a mis
hijos. Me llevaron al hospital rural y me hicieron una tomografía. El examen
reveló que la bala no estaba alojada en mi cráneo. El lunes, estando de vuelta
en la ciudad, mi doctor me llamó y me dijo que había estado viendo la
tomografía y veía algo raro, que debía hacerme una resonancia. Me la hice y el
examen reveló que un tumor grande estaba presionando mi nervio óptico y podía
quedar ciego y morir. Yo no tenía vista borrosa ni dolores de cabeza que me
hubieran alertado de esto, y el doctor me dijo que gracias al accidente que
había tenido se había descubierto todo a tiempo. Me sometí a un tratamiento y
ahora todo está bien. La policía nunca supo de dónde vino la bala, pero ahora
sé que Dios permitió ese accidente para salvarme la vida. Mark Conn
Todas las cosas que nos suceden nos ayudan para un
bien. No importa cuán malo se vea el panorama, Dios tiene el control de todo y
de seguro está encaminando nuestra vida para salvarnos de algo peor, como al
hombre de la historia. Nada de lo que nos pasa es injusto, tan sólo pensemos
que el buen Padre que está en los cielos tiene un plan y que está al control de
todo. No tengas miedo, confía y entrega tus cargas a Dios y los resultados te
sorprenderán. Ten valor y fuerza. Anímate. ¡Que Dios te de un Feliz Día! Any Aular
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